Alan Greenspan (foto: trackrecord) Alan Greenspan pronunció vía satélite en 2005 un discurso titulado "Transferencia del riesgo y estabilidad financiera" que merece ser analizado para establecer la responsabilidad de la clase politica financiera en la crisis economica. Greenspan anticipa algunas de las causas de la hecatombe financiera que vivimos pero su fe en la criatura libertaria de la innovación financiera le hace creer que, en su espejo de obsidiana, se refleja la victoria sobre el monstruo de las mil formas inmensurables del riesgo. Greenspan acaba su discurso con la siguiente conclusión: "La gestión del riesgo necesita de juicio y de ciencia, y la ciencia esta basada en el comportamiento pasado de los mercados, lo que no es una guía infalible para el futuro. Sin embargo, la historia del desarrollo de los derivados nos da la confianza de que los nuevos productos serán acogidos por los mercados. A buen seguro, para que ese record sea batido, los mercaderes y los legisladores deben ser conscientes de los retos en el campo de la gestión del riesgo asociados al uso de los derivados de la transferencia de riesgo." Pero, anteriormente, en su discurso, el Sr. Greenspan indica que "algunos observadores creen que la gestión del riesgo seria mejor llevada a cabo por los bancos ya que estos son entidades mejor reguladas que aquellas a las que se ha transferido el riesgo (hedge funds, aseguradoras, fondos de pensiones etc.) pero estas entidades menos reguladas o no reguladas están sujetas a una disciplina de mercado mas eficiente que los bancos" y que "la regulación privada ha sido siempre mas efectiva que la pública” cuando anteriormente había indicado que "las presiones competitivas habían llevado a los hedge funds a una excesiva inversión con dinero prestado" y que "las agencias de rating no podían de ninguna forma posible reflejar todas las dimensiones del riesgo de estos productos tan complejos (derivados de transferencia del riesgo)". En realidad, los mercaderes sin capacidad técnica de medir un riesgo en aumento exponencial, no pudieron percibirlo con mayor intensidad que la presión competitiva a la que estaban sometidos, no debido a las pérdidas, si no a los inmensos beneficios que dejaban de obtener y a los exorbitantes premios obtenidos a corto plazo en forma de bonus. Nosotros pagamos los platos rotos en la fiesta de la innovación financiera.