Primero fue Leire Pajín, que al pasar a la oposición dejó la política y se colocó en la Organización Panamericana de Salud (OPS) con un sueldo de 150.000 euros anuales. Claro que anteriormente, los Gobiernos de Zapatero habían subvencionado a esta onegé con 60 millones de euros. Después fue Elena Salgado, que cuando pasó a ser ex ministra de economía, “fichó” por Enersis, sociedad de Endesa en Iberoamérica, y en abril por Abertis Telecom, firmas cuya regulación pasó por el Consejo de Ministros. Hasta Pedro Solbes, que según Abc “como ex comisario europeo, y por tener más de 65 años, recibe una pensión vitalicia de 3.735 euros. En la empresa privada, su sueldo bruto anual como consejero de Enel está en el entorno de los 250.000 euros, a los que suma otros 67.000 como consejero de Barclays desde 2011”. Hasta Bibiana Aído se ha “recolocado” en ONU-Mujeres, a la que España lleva destinados más de 225 millones de euros.

El último que ha conseguido la jubilación de oro ha sido el ex ministro de Trabajo y Seguridad Social, Luis Martínez Noval. Asturiano de origen, no se ha contentado con sus once años en el Tribunal de Cuentas, uno de los “chollos” del Estado más inoperantes y caros de la administración española copado casi en su totalidad por ex-políticos con sueldos millonarios. En el cargo fue sustituido por Manuel Aznar López, hermano del que fuera presidente del Gobierno con el PP.

Según informa La Nueva España de Oviedo, Martínez Noval acaba de ser designado miembro del consejo de HC Energía en calidad de “vocal independiente”, eufemismo que enmascara treinta años como diputado y alto cargo del PSOE. A su lado se sentará  la ex ministra de Asuntos Exteriores del PP Ana Palacio, que también fue designada como “consejera independiente” de HC, en lo que ha sido interpretado como “un pacto de caballeros” con reparto entre PP y PSOE. La Hidroeléctrica HC, con sede en Oviedo, está dominada por la compañía eléctrica portuguesa EDP, titular del 96,601% del capital, y está participada en el 3,131% restante por Liberbank y por la aseguradora Caser. Y conocedora de como funciona la partitocracia en España, ha adoptado la solución salomónica de repartir también sus cargos entre populares y socialistas. El olor a “biscotto” (pasteleo), que dirían los italianos, resulta inconfundible.

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