EL Hierro (foto: Óscar) Malpaís No es en la oscuridad donde el hombre acomete filosamente el sacrificio del mito. Basta la luz equinoccial para anublar el pensamiento.- Persuasión de la condición humana, de la sinergia entre la reflexión y el genio- Y es justamente ahora, fusilada toda ensoñación, cuando afluye el somnífero de nuestro tiempo, el ansiolítico de los débiles y los cobardes. La mentira se infiltra en los vasos sanguíneos del soma social, ya no hay capilares exentos de anhídrido. El antifaz perverso que insiste en travestirnos de inmunidad ante lo que es sublime; allí donde no puede, donde arpegios únicos del mundo nutren nuestros tejidos de belleza, encauzan aspiraciones nobles, educan nuestro intelecto, preludian parcelas fértiles donde habrán de emerger las libertades todas como gramíneas de un prado sobre el que ir edificando leales propósitos, un “politecosistema” de hombres libres. Todo tan amañado y tan intrincados los nervios bajo la piel de nuestros gobernantes. Prensadas las palabras falaces y exprimido el jugo de la demagogia, habrá de fermentar el almíbar en alcohol añejo dentro de la vorágine de sus estómagos. Pero la destemplanza de la impudencia y de la soberbia nos hará deshibernar de un pesado letargo para espalar la nieve de los senderos. Acaso, ¿no se oyen a lo lejos por encima de fortificados muros a los salvajes con alma de Malpaís? ¡Qué primicia sentir estreno del mundo, comprender que lo elevado y lo hermoso son cadencias posibles! Saber a ciencia cierta con los ojos plenos de cordialidad y valentía, que es posible abordar una ruta verdadera y engrandecida -un gran desfiladero- de las ambiciones más puras y nobles, del ideal de ser libres.