Capilla Sixtina (foto: tejamen1947) Mágica realeza La que fue concebida por el rey divino, es rechazada de todas las moradas, donde pide ser acogida por temor a la venganza de un poder celoso. Tiene que dar a luz en un mísero e inhóspito albergue. Poco después, llegan ofrendas para el recién nacido, portadas por extranjeros que se desplazan de oriente a occidente, conducidos por una súbita luz. El niño refleja una sabiduría oracular que sorprende a los doctos mayores. Ya adulto, sumiso al temible y veleidoso padre y resignado a su abandono, tras ser derrotado junto a su pueblo predilecto, el troyano, Apolo se refugia junto al Tíber, donde será reconocido como dios de los romanos por Octavio. La vida de Jesús corre paralela a la del dios solar, hasta que Constantino las une en Nicea. La Epifanía, la ofrenda de los tres magos a la manifestación de la humanidad del Hijo de Dios, simboliza la herencia cultural de las tres funciones indoeuropeas a los pueblos que crearon la civilización occidental: económica (oro); espiritual (incienso), para edulcorar la realidad con sahumerios de sacerdotes o deformarla con ideologías de intelectuales; y el bálsamo (mirra) para atenuar la agonía del guerrero. Los magos se convierten en reyes, y más tarde, éstos se hacen santos. Merced a su gracia personal reciben el poderoso atributo de sanar enfermos que ostentó Apolo en Roma y Jesús en Galilea. Luego, fue privilegio dinástico curar una sola enfermedad: la escrofulosis. El día de Reyes masas de enfermos acuden al tocamiento real. Los Capetos en Francia y los Plantegenet en Inglaterra inician el ritual taumatúrgico. Este poder milagroso que habría concluido en 1825, cuando Carlos X de Francia tocó a 125 escrofulosos en el hospicio Saint-Marcoul de Reims, volvió a manifestarse a finales de los setenta del siglo pasado, cuando el carismático Juan Carlos I obró el prodigio de la Transición, y por arte de consenso, hizo aparecer, ante los atónitos espectadores, una libertad tras otra. Cientos de miles de franquistas se trasfiguraron en demócratas después de recibir el abrazo real.