Rodríguez Zapatero (foto: Jaime de Urgell) Desde que Alfred Nobel, inventor de la dinamita, creara los premios que llevan su nombre y se empezaran a conceder en 1901, muchos han sido los galardonados. Pero muchos más han sido y son los que los proyectan como meta en sus trayectorias y aspiraciones profesionales, bien sean en el campo de la investigación, de las letras, de lo social o de la política; es el caso de George W. Bush, quien aspira a obtener el premio Nobel de la Paz de este año. En España, el Presidente Zapatero, desde su intervención en la Asamblea de Naciones Unidas en septiembre de 2004, momento en el que aprovechó demagógicamente el atentado del 11-M para presentar la Alianza de Civilizaciones, empezó a albergar esperanzas de conseguir también algún año el Nobel de la Paz, algunos medios de comunicación así lo han dejado ver. Y el juez Baltasar Garzón no se queda a la zaga. En la actualidad hace caso omiso a la Ley de Amnistía y al Fiscal General del Estado; continúa con las investigaciones sobre los desaparecidos y las exhumaciones de las victimas de la Guerra Civil, para lo cual no tiene límites ni escrúpulos. En esta ocasión llega a utilizar emociones de hijos de los desaparecidos, a los que además está dividiendo. Cuando Zapatero puso en marcha la Ley de Memoria Histórica junto a sus consensuados adlátares de IU, no debió de sospechar que un duro competidor como Garzón, amparándose en dicha Ley y transgrediendo otras, le iba a seguir en su propósito de ser laureado con tan codiciado galardón. Ni que para conseguirlo tendría que llegar a poner cortapisas al juez a través del control sobre el Poder Judicial, antes con la orden del Fiscal General, en la actualidad -ante la negativa del juez de dejar las exhumaciones de victimas- es la Audiencia Nacional quien dicta la suspensión de apertura de fosas. La podredumbre del régimen da para actos tan vergonzantes como estos. Mientras, los medios de comunicación continúan con su campaña mediática sobre la tan manoseada Memoria Histórica para utilizar los sentimientos republicanos. Esperemos que algún día la sociedad civil despierte con la libertad política de su largo letargo y pueda vislumbrar lo que esconden en el fondo estos falsos “titanes”.