Reunión entre el Gobierno y algunos empresarios en la Moncloa Lobby empresarial Una de la acepciones que nos proporciona el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra oligarquía es: grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político. El ejemplo vivo de esta definición es el grupo de empresarios que la semana pasada estuvo departiendo con el Presidente del Gobierno y sus “vice-monaguillos”. Esta criatura situada entre la quimera y la realidad, les convocó para comentar algunos de los asuntos tratados en la reunión del Consejo Europeo, que tuvo lugar días anteriores, y las tareas que España se había comprometido a realizar: revisión de la negociación colectiva, impulso de la competitividad, afloramiento de la economía sumergida, estabilidad presupuestaria, saneamiento del sistema financiero, etc. Es decir, las mismas generalidades de siempre. Los participantes en esta reunión están lejos de representar a la sociedad española. El anfitrión porque ha sido elegido por los diputados integrantes de listas provinciales controladas por él mismo y su comité electoral; los invitados porque la única legitimidad que tienen está reflejada en los saldos de sus cuentas y en el valor de su patrimonio. Muchos de los presentes son el vivo reflejo de esos personajes que pasean impecables, sin arrugas, a través de la tormenta. Banqueros que prestan casi todo el dinero (98%) que reciben en depósitos a la vista, que invierten a largo plazo lo que reciben a corto, que actúan de prestamistas del Estado y que, cuando les falta liquidez en estos trasiegos monetarios, acuden al Banco Central o al Gobierno (Fondo de Adquisición de Activos Financieros, Fondo de Ordenación y Reestructuración Bancaria) para que les de un “manguerazo”; dirigentes de Cajas de Ahorro “bancarizadas” a costa del dinero público; representantes del oligopolio eléctrico que venden a precios regulados y, cuando éstos se sitúan por debajo de lo que estiman “normal”, piden al Estado que se haga cargo de ese déficit (Fondo de Titulización del Déficit del Sistema Eléctrico); empresarios que invierten en investigación y desarrollo gracias a las subvenciones y desgravaciones fiscales del Gobierno; empresas de telecomunicaciones, antaño públicas o beneficiarias de alguna concesión administrativa, que acuden a rendir pleitesía por los favores recibidos; constructoras beneficiarias de obras públicas licitadas por el Gobierno, etc. etc. etc. La flor y nata empresarial toma café, té u otro aperitivo en la sede del Poder Ejecutivo, sobrepasando los límites de un típico lobby. En verdad pocos de los integrantes de este Grupo de Presión son verdaderos emprendedores. Sus consejos y sus comentarios serán norma de obligado cumplimiento para todos los ciudadanos. Y a pesar de que muevan la mitad del Producto Interior Bruto español, no generan la mitad de los puestos de trabajo existentes, pues la mayoría de éstos los crean las pequeñas y medianas empresas, ausentes de esta reunión, pero presentes en las cargas sociales que comporta nuestro bienestar y en el sufrimiento de la baja demanda de sus productos y servicios.