Doña Esperanza Aguirre dice que es liberal, y yo me lo creo, ahora se saca de la manga lo de las listas abiertas, intenta mostrarnos que ella no es ajena a la voz de la calle, y que a los desharrapados del 15-M se les puede dar gusto. ¿Queríais listas abiertas? Pues hasta que os hartéis.   La Seño sabe que mientras haya listas, abiertas o cerradas, el poder lo conservará la oligarquía de partidos, que es lo que a ella le mola, pues le toca la parte del PP. Sabe que lo único que puede alterar el votante con listas abiertas es una miaja (la experiencia en Italia pone de manifiesto que no más del 3% de los votantes hace uso de la apertura) el orden de los seleccionados que la Espe ponga en sus listas, que el quinto salga el sexto y el octavo segundo. Para ella se queda la decisión sobre quién va y quién no en las listas. ¡Anda que no sabe!   Doña Esperanza es lista, espabilada, aguda, oportunista, y sabe maniobrar en el barrizal de la partidocracia como nadie. Si la hubieran dejado cuando tuvo contra las cuerdas a Rajoy, ahora Zapatero sería un borroso recuerdo en la memoria de los sociatas, pero ya habríamos probado la diferencia que hay entre el liberalismo y la democracia.   Doña Espe maneja la oligocrácia popular en los madriles con campechanía borbónica, es descarada, altanera, chulapa hasta donde sus modales aristocráticos se lo permiten, y hasta dice tacos, que son muy chic desde que Camilo José Cela puso de moda las ventosidades en los salones de la buena sociedad. Pero Doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma, Condesa consorte de Murillo y Grande de España, nos quiere dar gato por liebre. Se quiere colgar la medalla de ser la más demócrata de todos, y sólo es Doña liberalísima.   Su propuesta en el discurso de investidura es sagaz, y tal como está la cosa institucional, a nadie extrañaría que desde la Comunidad de Madrid se propusiera la reforma de la Constitución por decreto de la Presidenta. Pero la cínica y oportunista propuesta, nos dice bien a las claras que lo de la muchachada del 15-M no ha sido un festival de perriflautas, como algunos de sus bien pagados tertulianos y voceros mediáticos han repetido hasta la saciedad estos días. Sabe que algo esencial ha cambiado y teme que cambie aún mucho más; su propuesta es el síntoma más evidente de que algo muy grande y muy serio se mueve y no lo impulsa la partidocracia, sino la gente de la calle que ya está harta; eso inquieta a toda la clase política.   Sólo los que andan más agudos, como Doña Esperaza, saben que los que gritamos que “no nos representan” o “lo llaman democracia y no lo es”, a poco que apretemos las clavijas al régimen podemos poner fin a los privilegios, prebendas y corrupciones de la oligarquía partidocrática y la mamandurria mediática y empresarial que forma su Corte de Versalles, podemos sacar a este país de la crisis, el servilismo y la ruina en la que todos ellos nos han metido, y enviarlos a las oficinas del desempleo para que sepan lo que es canela fina.

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