Mediante el mito de Europa, la espiritualidad asiática se hizo materialidad griega. A diferencia del legendario rapto troyano de Helena, propiciado por una cultura de canto a la belleza y a la guerra, el de Europa por Zeus sólo pudo concebirse en tiempos protohistóricos, donde la ley del mar y las costas era el saqueo, el rapto de mujeres y la piratería. Herodoto y San Jerónimo dieron una interpretación realista al mito. La hija del Rey de Tiro fue secuestrada por un barco cretense con cabeza de toro en el mascarón de proa. La metáfora trasladaba a Zeus la creencia cananea de que el padre de Jehová, el dios de los hebreos, tenía la costumbre de transfigurarse en toro para raptar doncellas en las riberas de Canaan.
Las acciones emprendidas por los hijos del Rey de Tiro para buscar a Europa condujeron al asentamiento de lo que luego sería Cartago, al cambio de nombre de las tierras de Canaan por el de Fenicia y, perdida la esperanza de encontrar la hermana raptada, a la fundación de Tebas. Los dos héroes de la búsqueda de Europa, empresa que motivó la exploración, descubrimiento y colonización de toda la costa mediterránea, fueron Phoenix y Cadmo.
El primero denunciaba con su nombre el origen eritreo (mar rojo) de sus ancestros vinculados a Adam, que como Phoenix significa rojo. Su expedición marchó hacia occidente por la costa sur del Mediterráneo. Atravesó Libia, colonizó las riberas tunicias, donde bautizó con su nombre a los Punici (de Phoenix) que fundarían Cartago, y regresó a su patria cananea para consagrarla con la voz Fenicia, en honor y gloria de su hazaña africana. En nombre de Europa, pero no mediante su agencia, la civilización fenicia sentó las bases de la paz en la función estabilizadora y vinculante del comercio. Retornando a la vía original de la civilización mediterránea, la UE ha seguido la estrategia unitaria de la paz púnica comerciante y no la de la paz romana legionaria.
La expedición de Cadmo tuvo mayor trascendencia para el porvenir de Europa. En su larga odisea tardó en comprender que lo decisivo para su búsqueda no era encontrar el ideal de su hermana, perdido en una mar de piratas, sino construirlo de nueva planta, como ciudad de poder y letras, con materiales autóctonos distintos de los fenicios. Tras fracasar en Rodas y Tracia, consultó al oráculo de Delfos y éste le aconsejó que abandonara la búsqueda de Europa, siguiera el caminar de una vaca hasta su extenuación y allí construyera una ciudad. Compró una vaca con luna blanca en cada costado, la siguió por toda Beocia y donde cayó muerta erigió Tebas.
El primer historiador que mencionó a Europa como entidad geográfica, Hesiodo, nació y vivió en Beocia. Etimológicamente, Europa significa cara ancha, sinónimo de luna llena. Europia es título de la diosa lunar que cabalga sobre el toro solar. La Astarté de Sidon que el pueblo filisteo llevó de Creta a Palestina, con el nombre de Ester, en el siglo XII antes de C. La vaca fecundada por Zeus portaba en su vientre dos gemelas. La Europa ideal, la asiática (extenuada por el parto de la Europa real, la tebana) ascendió a la ciudad de Dios, y su gemela fundó la ciudad terrestre, dando letras y leyes a los griegos. Según Victor Bérard (1930), Cadmo introdujo el alfabeto fenicio en Grecia.
La Europa ideal ha prevalecido sobre la Europa real. La fecundidad política de ésta, hasta ahora indefinida, fundó ciudades, imperios y civilizaciones que se desarrollaron y desaparecieron, mientras que la función universal de la Europa del espíritu permanece. ¿De cuál de esas dos europas, la política o la ilustrada, es más tributaria la humanidad? ¿Qué quedan hoy de las invenciones políticas y estructuras sociales de Tebas, Atenas, Roma, Carolingia y Antiguo Régimen? ¿Qué representan al lado de la poesía épica de Homero y la filosofía natural de Tales de Mileto, por citar solo las primeras inspiraciones del espíritu europeo en Jonia?
*Publicado en el diario La Razón el jueves 21 de agosto de 2003.