La frontera vasco-riojana El pasado lunes, el Diario La Rioja anunciaba en su edición digital la denuncia, por parte del grupo parlamentario EAJ-PNV donde exponían que, en los últimos días, usuarios de Osakidetza en Rioja Alavesa no han sido atendidos por facultativos del Servicio Riojano de Salud en Logroño y ha alertado de que vecinos de estos municipios han sufrido "trabas burocráticas" al ir a pedir cita en Logroño. En un comunicado, la parlamentaria Jeltzale Nerea Antia ha mostrado su preocupación por estos hechos, ya que generan "graves trastornos" para los usuarios de Osakidetza en Rioja alavesa. Por este motivo, ha presentado una iniciativa en la que se solicita la comparecencia del consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, ante la Comisión de Sanidad y Consumo del Parlamento para que informe de los problemas detectados y dé los pasos dados por el Gobierno vasco para solucionarlos. Esta noticia es otro episodio más entre los muchos que, bajo el titulo “efecto frontera” se suman a la larga lista desde la puesta en marcha del estado de las autonomías y que entre La Rioja y el País Vasco llego incluso hasta los tribunales de Estrasburgo. El “efecto frontera” no es más que la materialización de las diferencias fiscales, jurídicas y administrativas derivadas de la división de España en diecisiete miniestados que ha trazado barreras invisibles que suponen la pérdida de la universalidad de ciertos servicios (sanidad, instrucción), el menoscabo del derecho de libre circulación y residencia, así como la competencia desleal y el desarrollo desigual de las diferentes regiones españolas. Las relaciones entre el País Vasco y La Rioja son un claro ejemplo de este efecto que llegó a su climax en la pelea en los tribunales de Estrasburgo por las vacaciones fiscales vascas. Junto a las grandes diferencias fiscales debidas al concierto vasco y navarro, se une, como indica la noticia, el perjuicio que supone para los vecinos de pueblos de ambas orillas, el acceso a servicios básicos que no son ofrecidos por sus respectivas administraciones, sean cual sean su naturaleza, asi como la existencia de un muro real para la movilidad de los trabajadores. Todo ello, causado por un provincianismo cerril que hondea el mensaje: “Cada uno en su comunidad autónoma y Dios en la de todos”.