Recordamos en esta ocasión al genio de Mingote que retrató en esta viñeta la inmoralidad política que contagió a los ciudadanos en todos los niveles sociales, generalizando la corrupción, la mentira, el fraude. Es una realidad que desde que se instauró la mentira de constitución que tenemos ahora, todos los actos políticos están basados, haya o no buenas intenciones, en una traición. Esta traición sólo puede alimentarse de lo que tiene en sus sustrato, y eso es la inmoralidad. Al votar pero no elegir, todos nos volvemos incoherentes pues nos atacamos a nosotros mismos. Para superar esta contradicción, caemos en la mentira. En una sociedad que se alimenta de la mentira sólo pueden triunfar los mentirosos y traidores. Esto es lo que tenemos en España actualmente.

Los gobernantes siempre tendrán la tentación de corromperse pero deben existir normas que los controlen y no sólo penales sino políticas. Un representante que no sea digno de ser decoroso no merece alcanzar tal alta responsabilidad. En democracia no sólo se exigen responsabilidades penales sino que también las hay políticas.

Como dice Trevijano en su artículo de hoy:

“Nadie pretende que los políticos sean santos o simplemente buenas personas, aunque esto último sería deseable. Pero nadie puede admitir que sean indecorosos.”

 

corrupción

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