Aún colea el ruidoso abucheo acompañado de protestas que Oviedo le dedicó a los Príncipes de Asturias en la entrega de los premios que llevan su nombre, y que un nuevo vídeo de la agencia Atlas ha mostrado en toda su magnitud. “Los asistentes a la protesta, que llevaban banderas republicanas, han incrementado sus abucheos al llegar Felipe, Letizia y la Reina”, titulaban El Periódico de Cataluña o la agencia Europa Press. Según pudo saber DRC en fuentes cercanas a la Casa Real, el monarca es consciente de la situación y por eso desde hace tiempo envía a su hijo Felipe a los actos que suponen contacto con las masas, mientras que él se reserva para los viajes oficiales, recepciones y ceremonias a puerta cerrada.
Un simple repaso a las actividades oficiales del rey y del príncipe evidencian cual es la estrategia de la Casa Real: el creciente deterioro de la Monarquía de partidos en España y las consiguientes iras del pueblo están recayendo exclusivamente sobre su hijo Felipe, mientras que su padre se parapeta en actividades que no le suponen un acercamiento a la calle.
La gran pitada de las aficiones del At. Bilbao y F.C. Barcelona que recibió el príncipe Felipe al llegar al palco del Estadio Vicente Calderón y sonar el himno nacional el pasado 26 de mayo durante la final de la Copa del Rey causó “conmoción” en la Zarzuela. El rey “delegó” en su hijo el más que previsible rechazo. Sólo se asomó a un acto público el pasado 12 de octubre, día de la Fiesta Militar por excelencia. En ese ambiente filocastrense era más posible el aplauso.
Cinco meses después del bochorno de su hijo (16 de octubre) y tras esa parada militar sin incidentes, el rey se presentó en el partido España-Francia dentro del mismo estadio. La protesta coincidió de nuevo con su llegada al palco y la audición del himno francés de La Marsellesa, algo en lo que pocos periodistas repararon. Sí lo hizo una periodista de “Hoy Mujer”, que se encontraba cerca:
“Hacía mucho tiempo que don Juan Carlos, conocido aficionado al balompié, no se sentaba en el palco de honor de un estadio. Las dos últimas finales de la copa a la que da nombre fueron presididas por su hijo, el Príncipe Felipe, ya que, en aquellos dos momentos puntuales, su estado de salud no se lo permitió. Ayer fue el día. España y Francia se enfrentaban en un partido dentro de la liguilla de clasificación para el Mundial de Brasil 2014. Y, tan solo un minuto antes de que comenzaran a sonar los himnos nacionales de los países que se enfrentaban, llegaba al palco de autoridades, saludaba deprisa y se sentaba para que pudieran darle al ‘play’ y que sonora, en primer lugar La Marsellesa y, seguidamente, nuestra Marcha Real”. La algarada de nuevo fue monumental.
El rey no ha vuelto a acercase la calle y la Zarzuela esquiva cualquier acto de masas. Sabe que hasta ahora, todos los actos que ha realizado su hijo Felipe en 2012 encadenan pitadas y protestas, una tras otra: entrega del premio Cervantes (Alcalá de Henares), Feria del Libro de Madrid, apertura del curso escolar en Fuensalida (Toledo), apertura del curso de FP en Valladolid y ahora entrega de los premios Príncipe de Asturias (Oviedo). Entre medias, sólo se ha atrevido a dar un breve paseo por la Puerta del Sol de Madrid, con una cámara de televisión cerca, para saludar rápidamente a su madre en una mesa de cuestación del “Día de la Banderita” y repartir previamente apretones de manos a unos sorprendidos transeúntes.