Seamos, por una maldita vez, valientes; digámoslo sin tapujos; hablemos claro: hace mucho tiempo que ETA dejó de ser una organización terrorista que lucha contra el Estado español. ETA es, mientras dure el régimen actual, una institución más que influye, no sólo en el devenir político, sino en el vientre de los ciudadanos. Esta mezcla de frío organismo pseudo-estatal y de cálido percutor de pasiones la convierte, bajo la apariencia de enemigo de la "democracia", en una de las herramientas más útiles del poder establecido, al que todo servirá de alimento, aun esos momentos aparentemente decisivos en los que alguien cae con el cráneo cosido a balazos. Atiéndase, si no, a lo ocurrido estando el cadáver tibio todavía: El PP precisa públicamente que, a pesar de haber apoyado la declaración de condena de los partidos políticos con representación en el Congreso, seguirá reclamando que se comprometan a no negociar en lo sucesivo con ETA. Don Patxi López, Secretario General del PSE, reprocha a don Mariano Rajoy, en plena capilla ardiente, que dijera en uno de los debates televisados que el PSOE traiciona a las víctimas. Libertad Digital, en los blogs de sus periodistas más conocidos, alimenta la hipótesis de que la muerte de don Isaías Carrasco forma parte de un plan para llevar otra vez al PSOE a la victoria el 9 de marzo. La Cadena Ser no cesa de insistir, en sus noticieros y tertulias, que el último atentado de ETA es fruto de la crispación opositora del PP durante esta legislatura y que resulta deplorable que aún se diga que el PSOE está negociando con ETA. El Mundo publica, al día siguiente del asesinato, que el etarra que lo ordenó se sentó a negociar con el gobierno. Izquierda Unida condena el atentado pero, en Mondragón, no retira su apoyo a la alcaldesa de ANV. Pero todos, por supuesto, coinciden en algo: ¡sería una monstruosidad que alguien pretendiera beneficiarse políticamente del atentado! Don Isaías Carrasco Miguel, descanse en paz. "ETA" (foto: zen)