Isabel entra de nuevo*: los alumnos esperan para la clase de prácticas. Tendrá que solucionarlo más tarde. La clase resulta decepcionante. Veinticinco alumnos en un laboratorio y sólo un microscopio. Imposible poder mantener la atención ni captar el interés de todos ellos. El año que viene las prácticas serán a base de fotografías proyectadas con audiovisuales. Al menos, así verán algo. Al final, uno de ellos se queda a preguntar si puede entrar como alumno colaborador y hacer algunas prácticas voluntarias, pues le gusta la investigación y trabajar en un laboratorio. Le dice que sí, pero mientras lo hace, nota como algo se le rompe por dentro. Las muestras siguen esperando en el arcón congelador, junto al microscopio. Hoy toca quedarse a comer otra vez. Es urgente terminar con la aplicación telemática del proyecto y solucionar el informe de la ayuda. De vuelta en la cafetería, su amigo Andrés le comenta la última barrabasada del Ministerio: los becarios adjudicados a los proyectos hay que cofinanciarlos con parte del dinero del mismo proyecto. Andrés se está planteando renunciar al suyo. No puede mantener un becario y un técnico de laboratorio en esas condiciones. Para una vez que le asignan un becario… Parece que ya se ha arreglado lo del servidor del Ministerio, pero el proceso de carga va muy lento. Sólo queda media hora para que acabe el plazo de la convocatoria, pero no puede hacer sino esperar. Mientras, vuelve a llamar al servicio de investigación, para ver cómo solucionar lo de la ayuda, porque el dinero estaba gastado casi antes de recibirlo. Tiene suerte esta vez: ha dado con una chica eficiente que le da algunas recomendaciones. Implicarán ciertos “chanchullos” y favores por parte del OPI, pero a fin de cuentas, ambos organismos dependen del mismo partido que ganó las elecciones: uno a nivel regional y otra a nivel nacional. Lo que peor va a llevar es tener encima que pedir favores y suplicar porque alguien no cumplió con su obligación en un determinado momento. Mañana se pondrá manos a la obra. Ya se ha cargado la memoria del proyecto en la aplicación, pero ha salido un informe de error. Imposible saber si lo ha hecho a tiempo o no. Sólo queda esperar, y si reclaman desde el Ministerio, enviar toda la documentación en papel. A fin de cuentas, siempre la piden después en papel, se haya rellenado o no la aplicación telemática. Es tarde. Las muestras deberán esperar hasta mañana. Tiene algo de tiempo antes de que se abra el plazo de la nueva convocatoria de acciones para la investigación internacional. Pero aún puede hacer una pequeña búsqueda bibliográfica, a ver qué novedades han aparecido en su campo de trabajo. Tenía razón en su hipótesis. Los resultados preliminares apuntaban en esa dirección. Lástima que no tuvo tiempo para comprobarlos y ratificarlos. Ahora ya es tarde. El cuarto artículo en la lista de referencias bibliográficas de su búsqueda describía todo el proceso que él llevaba dos años tratando de completar. Lo habían realizado en tres meses.