Enterados de la aprobación de la proposición no de ley en la Comisión de Medio Ambiente, Rural y Marino del Congreso de los Diputados, que considera a los simios iguales en derechos a los hombres, ha cundido el pánico en la comunidad de bonobos del norte del Río Kasai, que habita las selvas húmedas del África Central. La Comisión del Congreso parecería actuar al dictado de las evidencias etológicas, corroboradas definitivamente por las comparativas genómicas que advierten que de 38.000 genes humanos, el 96,4% de nuestros genes son comunes con los de los gorilas y el 98,4% los tenemos en común con los chimpancés. Tan encantados están los diputados de la Comisión de su grado de semejanza con los primates (lo que nadie pone en duda) que no tardaremos mucho en asistir a la presentación de una nueva proposición de ley que reconozca la igualdad del hombre con el insecto o proponga la carta de derechos fundamentales del Caenorhabditis elegans, gusanillo nemátodo que comparte el 36% de sus genes con los fetos humanos que también tiene derechos reconocidos por la ley. Pero para azote de los miembros presentes de la Comisión, no parece que los bonobos y orangutanes vayan a modificar sus pautas de organización y a adoptar los vicios de la clase política española. Y no les falta “razón” a los primates. Porque nada tienen que aprender de una falsa igualdad que los sumiría en el caos. Los chimpancés, como es sabido, se organizan en auténticos sistemas políticos, estableciendo coaliciones para derribar a aquellos que ostentan el poder. Y definitivamente la clase política española no ha aprendido a conjugar el verbo derribar aplicado al detentador del poder. Puestos en el trance de imaginarse iguales -e incluso idénticos- a los políticos que habitan los pasillos del Congreso, verdadero trauma para ellos (los simios, sobra decirlo), han expresado su agradecimiento y consideración por semejante mención pero añaden que prefieren seguir como están. Menos iguales pero más naturalmente organizados que sus señorías. ¿Igualdad? ¿Con ustedes? ¡No gracias! Parecen decir todos a una. Bonobo (Frank Peters)