Una campaña mediática sin precedentes pretende convertir en normal el hecho de que los candidatos estrella de las próximas no-elecciones generales, puedan representar dos formas diversas de entender el mundo y a la vez una única forma de construirlo sin la intervención de la ciudadanía. Pero: Ni ZP ni Rajoy quieren que elijamos Presidente del Gobierno mediante el sistema mayoritario que terminaría de un plumazo con el chantaje al que nos someten los nacionalismos cada cuatro años. Coinciden, además, en negarnos un sistema con separación de poderes. No admiten ser controlados si alcanzan la presidencia; ambos quieren legislar… y gobernar… y nombrar a los jueces… No saben o no quieren hacer nada efectivo para acabar con el terrorismo, como nada hicieron los anteriores gobernantes. ETA y la partitocracia se dan mutua estabilidad, ambas se buscan para retroalimentarse en la espiral del terror y la náusea. Por eso los políticos llevan más de 40 años fracasando con 'sus' medidas antiterroristas. Los dos adoran al 'becerro de oro' de la partitocracia: El Consenso. Es decir, la negación de la Política, de la posibilidad de alternativa en el poder. No quieren que elijamos, quieren que votemos. Se preocupan si pensamos, prefieren que asintamos. Ya no saben qué hacer para arrancarnos los votos y por eso, aunque parezca mentira, ahora los compran. Ambos desconocen que la libertad política no se puede comprar… no está ni ha estado nunca en venta. Es una figura femenina con aspecto vigoroso y agraciado; si te acercas a ella, susurra al oído que no votes, que los buenos tiempos llegarán. Por eso, ZP y Rajoy fruncirían el entrecejo si leyesen estas líneas, no las admitirían. ¿Por qué? Muy fácil. Hay una última cosa en la que estos personajes se identifican: a ninguno de los dos le gusta la democracia. Alternativas