“Me propongo revelarles lo que fueron en Barcelona el palco del reverenciadísimo F. C. Barcelona y las relaciones de la mafia con la prensa”. Con esta declaración de intenciones, el ex director general de la ONCE, Miguel Durán, desvela en un artículo titulado “Historias de Mafia en Barcelona” los episodios que vivió en la Ciudad Condal y que afectan a un periodistas, inspectores de Hacienda y abogados, entre ellos el del político Jordi Pujol, que terminó en prisión.
“Tras los casos Pascual Estevill y Javier de la Rosa, probablemente ustedes sepan de las mafias judiciales, empresariales y políticas que atenazaban la Ciudad Condal en los noventa. Un abogado penalista, Joan Piqué Vidal, tenía teléfono rojo con De La Rosa; teléfono directo con Pujol y teléfono de órdenes con Estevill. Como Chicago, pero nacionalista. ¿O no recuerdan que CiU propuso a Estevill para miembro del CGPJ y que Pujol llamaba a De La Rosa “empresario modelo”? ¿Recuerdan que De La Rosa financiaba los parques temáticos de Pujol? ¿O no se acuerdan de que Estevill exoneraba de responsabilidades judiciales a consejeros de la Generalitat, como Planasdemunt, o a dilectos responsables de superficies comerciales pidiendo dinero o que colocasen a su tribu en la empresa? Y lo digo yo con la autoridad moral que me da el hecho de haber estado prisionero durante casi 10 años de las espurias garras políticas del presunto o posible juez prevaricador Baltasar Garzón, sobre todo porque cuando fui absuelto ninguno de mis antiguos “amigos de la política catalana” se dignaron siquiera a brindarme el más mínimo apoyo. Buena parte de todo eso apareció en nuestro imaginario gracias al esfuerzo de un periodista, Xavier Horcajo, en Diario 16, primero, y en El País después” recuerda Durán en un artículo publicado en La Gaceta que cobra hoy toda su actualidad.
“Este artículo no hubiera sido escrito si no fuera porque ayer, en su edición nacional, El País presumía de haber abierto el caso Núñez y se anotaba esa gloria periodística. Ya saben: “Fuimos los primeros que…”, tal que dignísimos aspirantes al Pulitzer. Nada más canalla y digno de reproche, como dice el tribunal, que fue el comportamiento de unos probos funcionarios de la Agencia Tributaria y unos corruptos que compraban sus amaños de las actas tributarias. Son “historias de Barcelona”, como la película de Cukor sobre Filadelfia, pero sin James Stewart, Katherine Hepburn ni Cary Grant”, se queja Durán.
El ex presidente de la ONCE asegura que en la época que a él le tocó vivir, en Barcelona “al frente de los funcionarios corruptos estaba Josep Maria Huguet, jefe de la Inspección Fiscal en Barcelona; un funcionario cobijado en el ala de Borrell que se ganó merecida fama de talibán; uno de esos izquierdistas de salón que, a la hora de la verdad, vendían la Hacienda Pública a los poderosos: José Luis Núñez, el Grupo Torras de De la Rosa, Eduardo Bueno o el alucinante empresario inmobiliario John Rosillo (ya fallecido). En la Inspección de Huguet el dinero fluía como por ensalmo; pero nadie se atrevía con ellos. Es la tradicional cobardía de muchos políticos catalanes. Uno de los condenados hoy (Pernas) iba a trabajar a la Agencia Tributaria en Ferrari. De hecho, ese mismo inspector desafía a sus juzgadores estos días alegando que está en tratamiento en la República Dominicana”.
“¿Cómo fue posible comprar al talibán y a sus cuates?”, se pregunta Durán. “Lo consiguió un abogado ex consejero de Economía de la Generalitat, Juan Josep Folchi, un chico listo que con la manguera de los petrodólares de De la Rosa los compró para el Grupo Torras. Luego se los vendió a otros en el portafolio de servicios del despacho. Folchi se los vendió a Núñez y a Joan Piqué, abogado también de Torras y de De la Rosa, al tiempo que de Núñez, el presidente del Barça. ¿Núñez tenía sólo sobornados a los nada probos funcionarios de la AEAT o sus tentáculos se extendían al Ayuntamiento de Barcelona? Eso y no otra cosa abrió de par en par el palco azulgrana para Folchi. Así funcionaba la cosa en la Ciudad Condal. Un día, El País nos sorprendió con una noticia en portada: los peritos judiciales del caso de los inspectores preparaban un informe para el juzgado, que cifraba en una burrada de millones los engaños de Núñez al fisco. La noticia aparecía en noviembre de 2001. Ha llovido mucho; pero quiero que sepan que su firmante, Xavier Horcajo, pagó las iras de la mafia por contar lo que ahora demuestran los tribunales”.
Según su relato, Núñez y su abogado Piqué Vidal se encargaron de que el director de El País en Cataluña, Xavier Vidal-Folch, se impregnase de sus argumentos. Luego trató de despedir a Xavier Horcajo y le condenó al ostracismo durante 18 meses. Horcajo aguantó, esperó a que el informe pericial fuera público y denunció por mobbing a El País: “Los más avezados sabíamos que el eje de trama mafiosa Piqué y Estevill había conseguido que la familia de Vidal-Folch, otro izquierdista de salón, se librase de un sumario años antes. La firma Textil Balanzó (de la familia de Vidal-Folch) cedió terrenos para la Villa Olímpica. Estevill manejó el caso Macosa”. Muchos vendedores fueron a prisión; los de Textil Balanzó, no. Piqué y Núñez reclamaron a El País la cabeza de Horcajo y Vidal-Folch se la dio. Los que reclaman ahora el Pulitzer le tirotearon por la espalda. En esa casa, este es un asunto que conocen todos los veteranos. “Tout est perdu, fors l’honneur”, como decía el derrotado en Pavía”.