La persistencia de la memoria Física daliniana   Los presocráticos entreveían las esencias divinas del cosmos a través de los números. Las cifras delimitan y simbolizan el fenómeno, y al mismo tiempo, concentran en fórmulas precisas las leyes que gobiernan el universo. La matemática es la ciencia en sí. Después vienen las “logías” o el discurso alrededor de un aspecto u otro de lo cognoscible, de los campos que incluyen tanto a la materia muerta como a la viviente: el gravitacional, el electromagnético y el nuclear.   Salvador Dalí tenía una fascinación enfebrecida por los descubrimientos y los conceptos científicos, lo que le llevó a entablar una estrecha relación con los físicos y matemáticos más importantes del siglo XX. Uno de los fundadores de la teoría del caos, Ilya Prigogine, preguntó al propio Dalí si la composición de los relojes blandos que se derriten en “La persistencia de la memoria” estaba inspirada en la noción relativista de que la realidad no se puede reducir a un flujo temporal unitario. Sin embargo, parece ser que la fuente de inspiración real se encuentra en la visión de unos pedazos de queso camembert derritiéndose bajo el sol de agosto.   A  Dalí también  le  deslumbra la insuficiencia del aparato lógico tradicional para expresar las nuevas realidades de la mecánica cuántica. El revolucionario principio de la incertidumbre, aplicable únicamente al enigmático universo de lo microfísico, desobedece las leyes de la causalidad, de la no contradicción y de la identidad. La observación constituye una fuente esencial de equivocación, y para evitarlo hay que integrar al observador y su acto de visión en el mismo campo de observación, es decir, confundir el objeto observado con el sujeto observador.   Demócrito dictó que “en el principio era el átomo”, es decir, cada partícula, individuum, indivisible, pero Platón estableció que “en el principio era la simetría”. Hay individuos y conexiones entre individuos que impelen todo el conjunto, lo ordenan y lo mantienen en movimiento. Y la conjunción de lo singular y de la estructura colectiva, saber mantener la tensión entre ambos conceptos, según Heisenberg, es el apasionante campo en el que se desenvuelve la física moderna. Husserl llamó “intuición” a un estado privilegiado del conocimiento, y Dalí, más allá de lo que pudiera entender de la intrincada física cuántica, poseía una genial intuición, que es lo que une a los grandes artistas y científicos.

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