Quedan muy lejos aquellas prácticas del negocio bancario que respetaban el contrato de depósito de dinero fungible que exigía la custodia del 100% de la cantidad recibida. David Hume (1752) se había distinguido por defender el 100% de coeficiente de reserva. Lo mismo hizo Ludwig von Mises en 1912 y F. A. Hayek en 1937. Esta polémica no fue baladí porque a principios del siglo XX hubo condenas en Paris (1927) y en Barcelona (1934) a banqueros por delitos de apropiación indebida. A pesar de ello, a lo largo de la historia, los banqueros siempre estuvieron tentados de violar la mencionada norma tradicional de conducta, usando en su propio beneficio el dinero de los depositantes (Jesús Huerta de Soto).   Los contratos secretos proporcionaban un lucro hasta entonces impensable. Un claro ejemplo de este comportamiento hipócrita fue él del Banco de Ámsterdam que a los ojos de muchos (entre ellos Adam Smith en 1776) mantenía el 100% de los depósitos como coeficiente de reserva, pero en secreto, junto con otros muchos bancos, desarrollaba actividades inversoras altamente rentables. De una forma práctica, observando el comportamiento de sus clientes, calculaban el montante que deberían tener en caja (lo que posteriormente conoceríamos como reserva fraccionaria) para utilizar el resto de los depósitos de sus clientes en la financiación de Compañías Monopolísticas, comerciantes de éxito, Príncipes de diverso pelaje, aventuras bélicas e infraestructuras faraónicas. A sabiendas de lo que se jugaban, utilizaban su poder y su influencia (que era mucha) en desanimar a sus clientes a retirar sus depósitos.   Cuando obtienen el privilegio, de forma legal, para utilizar gran parte de esos depósitos, se inicia una relación de complicidad y una coalición de intereses entre gobernantes y banqueros perdurable hasta nuestros días y con límites inconfesables (secretos de Estado). En este sistema de reserva fraccionaria el Banco Central era una pieza clave para garantizar la estabilidad monetaria y la liquidez de esos bancos, emitiendo moneda y haciendo de prestamista de última instancia en momentos de apuro – esos baches de liquidez existentes entre las fechas de amortización parcial de préstamos concedidos a largo plazo y de retirada/constitución de depósitos a corto plazo -.   Hoy el Estado español y toda la cohorte de “haciendas subcentrales” (Comunidades Autónomas y Entidades Locales) necesitan a los bancos para financiar sus excesos y sus baches de tesorería, colocando parte de su deuda en ellos y solicitando multitud de sofisticados préstamos  (al 3, 4, 5% ó más).  Y los bancos, a su vez, necesitan esas emisiones y esos créditos, para rentabilizar sus depósitos y los préstamos obtenidos del Banco Central Europeo (BCE) (al 1%). De forma silenciosa estos dirigentes políticos, devenidos en “casta política”, transfieren recursos públicos (pago de los intereses de la deuda pública) desde los contribuyentes hacia los banqueros. Para que esta orgía monetaria se mantenga engrasada, el BCE solamente exige un 2% de coeficiente de caja en los depósitos a la vista y un 0% en los demás depósitos a plazo superior a 2 años. ¿Dónde están aquellas reflexiones del 100% de los clásicos? Aun así muchos “economistas financieros” (la voz de sus amos) se quejan de la cantidad de dinero que queda inmovilizado en los Bancos Centrales.   Las recientes pruebas de suficiencia financiera (stress test) realizadas a varios bancos europeos han sido consideradas por las autoridades públicas y por los medios de comunicación como la gran reválida que han superado: la relación existente entre los fondos propios y el total de activos de riesgo debe ser superior al 6%. Es decir con esos fondos propios se les permite invertir 16,66666…. veces sus recursos propios, con cargo a recursos ajenos (casi todos los depósitos y endeudamiento). Esta prueba tiene el mismo valor que detectar una gripe de verano causada por el aire acondicionado en un enfermo de leucemia. Esto es un contradiós y peor aún es el escenario ficticio de crecimiento económico que han fabricado y la forma de ponderación de cada grupo de elementos tenido en cuenta en aquella relación.   Sin ánimo de ser exhaustivo y a modo de ejemplo: imaginan una situación económica moderadamente deteriorada, olvidando posibles suspensiones de pagos de Estados miembros de la Unión Europea; valoran los activos y las garantías reales de los créditos a precios históricos sin tener en cuenta la gran depreciación actual; consideran que las deudas de los promotores inmobiliarios serán devueltas en su integridad, que la deuda soberana que piensan vender a corto plazo (trading book) sufrirá una pequeña depreciación y no aquélla que mantendrán en cartera hasta su amortización (banking book); computan las ayudas del Fondo de Reestructuración Bancaria (FROB) como fondos propios; etc. En esta farsa financiera casi todos han salido airosos y casi nadie necesitará “manguerazos” monetarios. Aun así, con ese nivel tan deplorable, algunas Cajas de Ahorro españolas ni siquiera han superado esos mínimos ridículos.   ¿Se imaginan por un instante si hubiesen aplicado los porcentajes de solvencia que se están barajando en los acuerdos Basilea III (8, 10 ó 12%) en balances actualizados? La mayoría de nuestras Cajas de Ahorro y muchos Bancos famosos serían insolventes. El engaño perpetrado por las Autoridades públicas con la inestimable ayuda de periódicos y telediarios ha sido bochornoso (Manuel Llamas).   De regreso a la realidad, vemos que varias entidades financieras (BBVA, la Caixa, Bancaja) necesitan dinero fresco y han vuelto al muelle para conseguir titulizaciones (crean derivados por valor de 9.000 millones de euros, al convertir préstamos y créditos de su balance en títulos negociables de Fondos de Activos Financieros “independientes” con gancho de rendimientos atractivos). Las aguas tranquilas de la charca nos descubren la trampa: quieren utilizarlos como garantía en las subastas periódicas del BCE.   También vemos que en dicho muelle se cotiza muy bien la “semiprivatización” de las Cajas de Ahorro. Una operación diseñada para aumentar los recursos propios y alejar el fantasma de la insolvencia, que esconde la nefasta gestión de los órganos oligocráticos que las dirigían (suculentas poltronas de la casta política territorial [autonómica y local], de la burocracia de unos cuantos sindicatos y de algunos prebostes locales). Muchas de ellas serán bancos en cuyo capital podrán participar inversores privados (un pastel que alcanzará los 100.000 millones de euros) junto con los patronos de unas Fundaciones (sucesoras de las Cajas) con fines sociales (¡qué sarcasmo social!). Esta oligarquía gobernante solamente ha analizado la reforma mirando su beneficio/perjuicio futuro, despreciando las opciones que multitud de analistas independientes han pregonado. De todas ellas destacamos dos: constituir un gran Banco estatal con los restos de este naufragio (J. F. Martín Seco) o convertirlas en bancos privados cuyos accionistas sean los impositores (Juan Ramón Rallo).   Sin duda, el dinero, el crédito y los mercados financieros son los desafíos más importantes a los que se enfrenta la economía política actual. El mercado monetario, en donde imperan por doquier la coacción sistemática, los errores metodológicos y los intereses de muchos grupos políticos y financieros (Jesús Huerta de Soto), está siendo la pieza más débil en las relaciones sociales que conlleva la acción humana. Los Gobiernos democráticos deben estimular las soluciones. Pero….. ¿Qué naciones actuales tienen Gobiernos democráticos?

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