Me comentaba el jueves un alto cargo del nuevo Gobierno la enorme degradación sufrida por la clase política comparada con la de los años ochenta o noventa. Entonces existían personas de nivel intelectual y de preparación homologable a otros países de Europa, frente al ayuno de conocimientos y el sectarismo de los actuales que, incapaces de gestionar una mercería, pretenden nada más y nada menos que gestionar España. Y lo que es infinitamente peor, el odio y la miseria moral, como el que están sembrado en los corazones de nuestros jóvenes los guerracivilistas totalitarios de Podemos y sus asociados, algo que no existe en ningún otro país civilizado. Una degradación que se extiende también a otros ámbitos esenciales de nuestra sociedad, desde las universidades públicas al funcionariado, donde dos tercios han entrado a dedo, algo insólito en Europa y en nuestra historia.
Dentro de ello, y centrándonos en el tema económico, resulta asombroso el grado de ignorancia respecto a las cifras oficiales, que se aceptan ciegamente sin contrastar nada, lo que mantiene engañada a la mayoría de la población respecto a su futuro económico, como la ha mantenido engañada respecto al futuro de las pensiones, que sabiendo que eran insostenibles desde hace años, ni siquiera figura como preocupación de los españoles en las encuestas del CIS. O mucho más serio, que nuestra deuda pública crece cada año más que el PIB, algo de lo que hasta un niño deduciría que España no camina hacia la recuperación sino hacia la suspensión de pagos.
Crecimiento que la mayoría de ‘analistas’ que no analizan ni siquiera saben cómo se calcula y aceptan como dogma de fe la cifra oficial. Como explica Ángel Laborda, director de Coyuntura de la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas), en España la contabilidad nacional sigue un procedimiento inverso a la contabilidad de verdad; se empieza la casa por el tejado y luego se colocan los cimientos. Así, la primera cifra de crecimiento la adelanta el Banco de España sin datos para respaldarla, es decir, una cifra conforme con el discurso triunfalista del Gobierno de turno, que para eso les ha dado esos enchufes de oro al gobernador y la primera línea de mando. Poco después, “el INE corrobora, a veces a martillazos”, la cifra del BdE.
Años mas tarde, y ya con todos los datos disponibles —los tienen mucho antes, pero no los publican—, el INE revisa las cifras de crecimiento, que pueden ser los dos tercios o la mitad de la cifra oficial dada en su día. Esto, en los medios, apenas merece una gacetilla, sin explicar que tales modificaciones suponen pura y simplemente una enmienda a la totalidad de nuestra contabilidad nacional. La última revisión publicada antes de verano y referente al crecimiento (decrecimiento, en este caso) de 2012 y 2013, supuso una diferencia del doble en 2012, una caída del PIB del -2,6% frente a la cifra oficial del -1,37%; un tercio en 2013, -1,7% la cifra definitiva frente al -1,2% oficial en su día. Y esto es lo que sucede, siempre y de nuevo, a día de hoy.
El crecimiento 2016
En el año actual, la estimación de crecimiento oficial del PIB es del 3,1%, después de un incremento del 0,8% en el primer trimestre, un 0,7% en el segundo y un 0,7% en el tercero, prácticamente igual al crecimiento oficial de 2015. Y la pregunta que ni medios, ni analistas, ni nadie se hace es, ¿cómo es posible tal cosa cuando todos los indicadores de actividad y demanda se están colapsandonbsp;Estas son las cifras oficiales de aquellos indicadores cuya evolución se encuentra mas correlacionada con el PIB, según el Ministerio de Economía y tal como aparecen en un análisis que maneja la Comisión Europea:
Una evolución de la actividad económica y la demanda demuestra que el crecimiento real en 2016 está siendo menos de la mitad del crecimiento oficial, crecimiento que además se está desacelerando más aún en el tercer trimestre. La Comisión lo sabe, pero lo que diga y haga es otra cosa, porque como denuncia el presidente del Bundesbank, “han renunciado a hacer cumplir las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento”, donde el caso de España es el mas importante.
Desde 2008, jamás se han cumplido los objetivos de déficit, y para 2016 el Gobierno de Rajoy se comprometió con Bruselas a un déficit del 2,8%. A final de abril de este año, el Gobierno solicitó una ampliación al 3,6%, pero, para ayudar a Rajoy a ganar las elecciones, la Comisión no solo lo aceptó si no que lo elevó al 4,6%. En septiembre, el déficit era ya del 3,27%, con lo que incluso el objetivo superampliado no será cumplido. Y la cuestión es, ¿hasta cuándo va a seguir tolerando la Comisión una situación que lleva España a la ruina por un despilfarro público inasumible, financiado con una burbuja de deuda que no podemos devolver y que va a llevar a la eurozona a su disolución, porque somos seis veces Grecia?
La imparable burbuja de deuda
La mayor amenaza económica, y a la vez el mayor engaño a los españoles por parte de Gobierno, Banco de España y demás medios a su servicio, es el ocultar el devastador impacto que sobre las generaciones futuras tendrá el inevitable estallido de la gigantesca burbuja de deuda pública acumulada, ya imposible de devolver. Además, no deja de crecer y presentarse como si fuera la deuda total solo una parte de la misma: la deuda según el Protocolo de Déficit Excesivo, concepto que la Comisión aplica a aquellos países cuyo déficit publico supera el 3% del PIB, solo recoge del orden del 70% de la deuda total.
La deuda total de las AAPP es la que figura en las ‘Cuentas financieras de la economía española’ del Banco de España, en su capítulo II, donde figuran tanto la deuda del Estado como la de las CCAA, los ayuntamientos y la Seguridad Social. En el cómputo se incluyen no solo las emisiones de deuda, sino también los créditos y préstamos recibidos por cada uno de ellos. Desde 2008, una de las partidas que más han crecido son los créditos que el Estado central concede a las CCAA y ayuntamientos, y que deben ser computados como deuda porque son deuda de las AAPP y al final será el Estado central quien deberá hacerse cargo de ella.
Esta deuda total, denominada pasivos en circulación, ascendía a junio de 2016 a 1,56 billones de euros, frente a los 1,1 billones de la deuda, según el PDE. Desde enero de 2012, esta deuda se ha incrementado en 602.757 millones de euros, la mayor cifra de nuestra larga historia en términos de PIB. Esta cifra está derivada del disparate de Rajoy de no pedir el rescate en 2012 a petición de Merkel, que le ofreció la financiación sin límite del BCE a cambio de devolver a las cajas alemanas hasta el ultimo euro que tan irresponsablemente prestaron a las españolas para financiar la burbuja inmobiliaria, algo que no ha sucedido en ningún otro país. En el primer semestre de este año, la deuda total se incrementó en 54.000 millones, para un crecimiento oficial de 20.039 millones, 2,7 euros de deuda por cada euro de crecimiento. Si alguien llama a esto salir de la crisis, o es un mentiroso o no sabe lo que dice.
Pero es que, además, el PIB real es un 17,5% inferior al oficial, lo que significa que deuda pública equivale ya al 172% del PIB y no al 100%, como falsamente afirman el Gobierno y sus palmeros. La pasada semana, entregamos al comisario Moscovici, al vicepresidente Dumbrosky, al presidente del Parlamento, Shultz, y al presidente del Eurogrupo, Dijsselbloem, los cálculos adicionales del PIB real que nos habían pedido (vía rentas y vía gasto), en los que se demuestra la exactitud de nuestros cálculos, y esto son matemáticas. Pero esta vez hemos hecho algo mas: solicitar del instituto económico mas prestigioso de Alemania la certificación de la validez del procedimiento y la rigurosidad de los cálculos, certificación que hará muy difícil que nuestras conclusiones sean ignoradas por razones de conveniencia política.
Y así las cosas, con una deuda imposible de devolver que será la ruina de varias generaciones de españoles durante los próximos 50 años, toda la política de Rajoy consiste en tratar de que Bruselas reduzca la obligación de recortar la ridiculez de 5.500 millones de euros, al objeto de no tomar medidas que le impidan conseguir una mayoría absoluta en mayo. Nada de recortar un euro de los 36.000 millones de despilfarro que suponen las duplicidades entre AAPP, nada de cerrar ni una sola de las 3.000 empresas públicas inútiles que despilfarran 15.000 millones año, nada de recuperar y enderezar la desastrosa gestión de la Sanidad y la Educación, cuyo costo se ha incrementado en un 60% desde que fueron transferidas a las CCAA y su calidad bajado.
Nada de despedir a 500.000 empleados públicos, como hará Fillon cuando llegue a la presidencia de Francia, y aquí sobran tres veces más. Nada de nada. Solo no recortar nada y seguir financiando con más deuda todo lo que sea menester. Esperamos que Bruselas, que ya tiene los datos encima de la mesa, no siga colaborando por más tiempo en la ruina de esta gran nación.