El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha reconocido un doble error en Bankia: no debía haber salido a Bolsa y tampoco tenía que haber absorbido a otras cajas de ahorro con problemas. Ambos yerros no fueron suyos, sino de Rodrigo Rato y de Fernández Ordóñez, cuestión analizada en los informativos de Radio Libertad Constituyente.
“Guindos nos advierte de un error fatal, que se distingue del error corriente en que este puede ser rectificado y reconocerlo es propio de las personas inteligentes y prudentes. Pero detectarlo cuando ya es irremediable, además de un fracaso, denota que Guindos no es una persona inteligente. Ahora admite ese error para intentar ganar la confianza de los que le escuchan con esa simulada sinceridad”.
La pregunta entonces es necesaria: ¿Qué nos garantiza ahora que Guindos no va a incurrir de nuevo en otro error? De hecho, al afirmar que la garantía de Bankia es el Estado, su nuevo accionista, lo que nos dice es que Bankia no es solvente, pues sólo posee crédito el Estado. El mismo Estado que ve caer en picado su deuda soberana, que muestra debilidad en el mercado internacional y que está bajo sospecha de sus socios europeos.