La historia sonrojaría a cualquiera que le hubiesen descubierto el “pastel” pero tratándose del rey Juan Carlos ya nada extraña. Dos sobrinos suyos, Bruno Gómez Acebo y Marcos Gómez Acebo, han tenido que pasar por el juzgado porque 1200 perjudicados reclaman que devuelvan una comsión de 1,5 millones de euros, ya que fueron estafadas por Comercializadora Peninsular de Viviendas (CPV), una cooperativa en quiebra e intervenida judicialmente que estafó a más de 1.200 familias madrileñas, y cuyos promotores están en la cárcel.
Los síndicos de la quiebra, encargados de recuperar los casi 30 millones de euros estafados por CPV para repartirlos entre los acreedores de la sociedad, reclamaron a Bruno y Marcos Gómez Acebo que devolviesen los 1,5 millones de euros cobrados en concepto de comisión y pasaran a engrosar la lista de acreedores. Ante la negativa de éstos a reintegrar esa cantidad, los síndicos presentaron una demanda de retroacción contra los sobrinos de Don Juan Carlos, que se sentarán hoy en el banquillo del Juzgado de Primera Instancia número 17 de Madrid. La confianza del rey en Bruno es tal que toda la familia real asistió a su enlace matrimonial.
La escritura de compraventa fue firmada, en representación de Don Juan Carlos y sus hermanas, por José Manuel Romero Moreno, conde de Fontao y asesor legal del monarca, a quien los tres hermanos Borbón habían otorgado en 2001 los correspondientes poderes notariales. El conde de Fontao adquirió notoriedad pública este mismo año, cuando El Confidencial reveló que estaba desempeñando un papel de intermediación clave en el caso Urdangarín entre el Rey y su yerno, imputado por corrupción y a punto de sentarse también en el banquillo.
También Fernando Gómez-Acebo fue noticia por las fotos publicadas en la revista “Que me dices”, las cuales mostraban como empleaba una tarjeta de aparcamiento para ‘prioridades reales’ mientras realizaba unas compras por placer. Al sobrino de Juan Carlos se le podía ver en la revista junto a su esposa, Mónica Martín Luque, visitando algunas tiendas de moda y tomando el aperitivo después de dejar su vehículo aparcado en un sitio prohibido: el carril bus. Para evitar una multa, la pareja había había dejado un cartel en el parabrisas que indicaba: “Prioridad oficial. Casa del Rey”.
Además, una de las instantáneas capturaba a Fernando sacando la lengua a la cámara que le retrata. A su lado, su esposa sonríe. Lo más curioso es que la Casa Real aseguró que el tarjetón utilizado por el sobrino del Rey no tenía validez ya que no se correspondía con ninguno de los elementos que son usados por dicha institución.