El Presidente del Gobierno se reúne con los presidentes de los principales bancos. Resultado: las entidades que asumiendo libremente el riesgo mercantil decidieron lucrarse mediante estafa financiera, aquellas que indujeron crediticiamente hipertrofia en la demanda inmobiliaria y que ahora someten a la indigencia monetaria a quien les place, son comprendidas, auxiliadas, y avaladas por el Estado. El Presidente del Gobierno se reúne con sus compañeros de partido. Resultado: un Gobierno con nuevos rostros ayuda a olvidar antes de las elecciones europeas que ningún responsable político ha querido tomar una sola medida eficaz para remediar los daños que los oligarcas financieros causaron. El Presidente del Gobierno se reúne con los presidentes y directores generales de las coorporaciones de la comunicación. Resultado: la bochornosa y extenuante crítica-defensa de la vida y milagros del Poder, se convierte en constante propaganda electoral recompensada con ingresos fabulosos. Rodríguez Zapatero (foto: zapatero 2008) La tiranía, el imperio, el absolutismo, la dictadura, el totalitarismo, la oligocracia y la partidocracia, es decir, todas las formas de monarquía, niegan la representación institucional de la sociedad en el Estado y, como consecuencia, necesitan de la identificación política. Esta identificación produce autismo en el monarca -“El Estado soy yo” (Luis XIV), “Yo no estoy en crisis” (Rodríguez Zapatero)-; reduce a la condición de cortesana a toda la sociedad que espera en los pasillos de palacio las resoluciones de las camarillas; y enclasa sociológicamente (clase entendida al modo marxista) a quienes desempeñan o aspiran a desempeñar cargos de mando. Los partidos se comportan como dinastías de gobernantes que han llegado al acuerdo de alternarse en el poder. Pero para que el Estado monárquico pueda permanecer escrupulosamente distanciado de la sociedad civil (y por encima de ella), es decir, para que el orden social se mantenga sin la intervención de la propia sociedad, son necesarias estructuras reales de separación, que ya hemos denominado alguna vez mediatizadoras. El conjunto de la sociedad adquiere el aspecto de un palafito. Lo que podrían ser cimientos institucionales son zancos designados desde arriba que mantienen al Estado y sus cofrades higiénicamente alejados del lodo societario. Estos pilares son tres: Prensa, televisión y radio (medios de comunicación); banca (medios de financiación); y partidos políticos (medios de transición). En el caso concreto del PSOE, un cuarto poste dota de prestigio a la opresión: la cultura estatalizada. Educación, ocio, pensamiento y arte ministerializados y supervitaminados.