Me parece realmente dramático y verdaderamente lamentable que un movimiento como el denominado 15M, un movimiento espontaneo surgido básicamente a través de las nuevas generaciones de la sociedad civil, que para muchos significo un motivo de esperanza, de aire fresco para el cambio político en España, haya degenerado hasta quedar en nada, y que tan solo un año después de su aparición, el único legado que deja es el de la ignorancia, la esclavitud mental, y la gran ingenuidad política de las nuevas generaciones. La tesis, la idea de que mediante movimientos asamblearios horizontales en las plazas se puede obtener algún resultado político es completamente infantil, ridícula, estéril e inútil, no estamos en los tiempos de la “Grecia Clásica”, y por tanto, así no vamos a ninguna parte, es evidente que necesitamos un nueva forma de hacer política, pero ese nuevo modelo nunca podrá venir mediante reformas sobre del actual sistema político “la partidocracia”, es decir, el poder ejercido por un puñado de jefes de partidos. Necesitamos un cambio radical, es imprescindible abrir un proceso constituyente cuanto antes. Sin embargo, para que se puedan dar las condiciones idóneas hay que poner verdadero énfasis en el cómo llevarlo a cabo, es decir, que procedimientos, que estrategias, que planes hay que aplicar para poder realizar dicho proceso. Mientras se sigan dando estas consignas políticas de tipo asambleario, tan absurdas, y carentes de todo rigor en la efectiva acción política no hay nada que hacer. Por tanto, es necesario articular mediante un importante sector de sociedad civil (la más innovadora), las acciones políticas pacificas pero contundentes, encaminadas hacia un cambio en el modelo de Estado y de Gobierno. El objetivo debe ser obtener la libertad política de la que actualmente carecemos, tenemos que abordar de manera inmediata las tres etapas principales del proceso, con el objetivo puesto en obtener (por primera vez en toda la historia de este país), la libertad colectiva de toda la sociedad. Para poder hacer realidad este gran proyecto nacional, en primer lugar, hay que determinar mediante referéndum (no mediante plebiscito) que modelo de Estado queremos (República, Monarquía…), posteriormente, tenemos que abrir un periodo constituyente real, donde se promulgue una verdadera Constitución Democrática, es decir, una Constitución que permita establecer y determinar una auténtica separación de poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) para el nuevo modelo de Estado elegido, donde además, se contemplen elecciones distintas para el Legislativo, y el Ejecutivo. Por último, hay que instaurar un indiscutible sistema de representatividad que permita elegir de manera directa a los representantes políticos, directamente, sin intermediarios de ningún tipo, mediante “Mandato Imperativo” hacia los electores, y con un mecanismo de control que otorgue a los electores tanto, la capacidad de elegir, como la de deponer a sus diputados. (p.e. el modelo francés de elección mediante distritos uninominales y a doble vuelta es una magnifica referencia de representatividad real). En fin, se trata de abordar el problema con rigor, con realismo, sin demagogias de ningún tipo, sin planteamientos utópicos, y aplicando procedimientos legítimos y efectivos dentro de la ciencia social y política.
Federico Fernández
MCRC Levante