¿Cómo puede Rajoy pretender seguir siendo presidente, sin antes someter en la urnas al veredicto de los españoles una gestión tan desastrosa de la crisis catalana – ideada por su “estratega” Sáenz de Santamaría – que clama al cielo, y sus gravísimos y reiterados dislates políticos?. Aplicó un 155 irrisorio dejando todas las estructuras de poder, el control de los medios y la capacidad de coacción, en manos de los golpistas, y que improvisó unas elecciones exprés que nadie pedía, antes de haber restaurado la democracia secuestrada por una “organización criminal” según el auto de la juez Lamela. Rajoy se ha mofado de los millones de españoles que en la calle y en sus balcones le exigieron acabar con los delincuentes de la Generalitat, a los que ha permitido legitimar el golpe de Estado.
Por mucho que Rajoy pretenda “sostenella y no enmendalla”, con el apoyo de los grandes medios que ha salvado de la quiebra con nuestro dinero, la hecatombe electoral en Cataluña generará una crisis de Estado de consecuencias imprevisibles, y donde la oligarquía bipartidista de la Transición se hundirá definitivamente. Previendo esta catástrofe anunciada, el grupo de profesores y economistas independientes¹ que venimos denunciando reiteradamente la grosera manipulación de la Contabilidad Nacional desde 2008, realizamos en el Salón de Actos de la Escuela de Minas y Energía de Madrid una exposición pública sobre el futuro político y económico de nuestra querida y desgraciada España.
Allí expusimos con hechos y cifras el desastre político, económico y social causado por el nefasto Régimen del 78, que nos robó la democracia primero imponiéndonos una monarquía oligárquica de partidos sin separación de poderes, y expolió nuestra riqueza después repartiéndose España como si fuera un solar, a cuyo fin la dividieron en 17 reinos de taifas contrarios a nuestra realidad geográfica e histórica, a los que dotaron de todas las instituciones y organismos propios de naciones soberanas, para enchufar a cientos de miles de amigos. Estos funcionan con una autonomía frente al Estado superior a la que tiene España frente a la UE, y hasta han destruido la unidad de mercado. No existe ninguna otro nación con mayor descentralización del gasto – el doble de un estado federal – y a la vez con menor control, un despilfarro anual de 100.000 millones de euros. Como consecuencia, España ha experimentado el mayor retroceso político, económico y social respecto a los países de nuestro entorno de todo el mundo desarrollado.
El desastre político
Al contrario de lo ocurrido a partir de 1989 con las democracias populares de los países del Este, donde las dictaduras comunistas dieron paso a verdaderos Estados de Derecho con separación de poderes. En la política española las élites franquistas que habían estado a raya en lo económico en vida de Franco, la izquierda y los nacionalistas que llevaban 40 años de vacaciones, con la única excepción del PC, nos engañaron con la patraña de evitar un enfrentamiento entre españoles, algo imposible porque la democracia era la única opción posible en un mundo democrático y con el famoso consenso, que no era otra cosa que la renuncia a sus ideologías y principios, para el reparto amigable del botín y el mantenimiento – hoy por ti y mañana por mí- de lo robado.
Adicionalmente, se impuso un sistema electoral que favorece escandalosamente a los nacionalistas – sus votos valen cinco veces lo que los no nacionalistas- lo que les ha permitido convertirse en árbitros de la formación de gobiernos y chantajearlos sin contemplaciones, para obtener concesiones inauditas en dinero y en soberanía que han llevado, entre otras cosas, a un régimen fiscal en el País Vasco que les permite el expolio de 12/13.000 millones de euros anuales al resto de España, y a la hecatombe del 21-D, donde la negligencia de Rajoy ha fortalecido el sentimiento independentista, que dará paso a una situación de preguerra civil que como es imposible se convertirá en la destrucción de la convivencia dando paso a la coexistencia como en la Guerra Fría. Nunca se había llegado a ese extremo de odio y de incompatibilidad para la convivencia en una región española.
El desastre económico y social
Pero así como del desastre político son ya conscientes la mayoría de españoles, del económico muy pocos entienden la gravedad y la profundidad de nuestro retroceso respecto a los países de nuestro entorno. Y menos aún el desastre que se cierne sobre las generaciones futuras, donde por primera vez en siglos los hijos viven peor que los padres, y donde la gigantesca burbuja de deuda ya imposible de devolver arruinará la vida de los españoles durante los próximos 50 años. Y es que las personas solo se fijan en las cifras absolutas, cuando son las relativas – la comparación con los demás – las únicas que permiten comprender la realidad. Hoy gracias al espectacular desarrollo de la tecnología hay más de todo que en 1975 tanto en España como en el último país del planeta, dando la sensación que en economía las cosas van bien cuando la realidad es justo la contraria.
España ha experimentado el mayor retroceso respecto al resto del mundo desarrollado de toda Europa. Durante 40 años España ha crecido por debajo de su potencial, tanto que en 1975 Irlanda que tenía la misma renta per cápita que España, 12.000 $ hoy tiene un 144% más, 68.500 $ y nosotros 28.000; tanto que nuestro potente sector industrial ha sido aniquilado, pasando del 36 al 15% del PIB ; tanto que de una deuda externa cero hemos pasado a un billón de euros, una de las mayores del mundo; tanto que casi un tercio de la clase media ha sido destruida; tanto que la distribución de la renta y la riqueza ha pasado a ser la más injusta de la UE, con un tercio de los niños viviendo por debajo del umbral de la pobreza, y tanto que han llevado a la quiebra el sistema de pensiones y nuestros pensionistas acabarán perdiendo casi un tercio de sus ingresos, lo que llevará a la miseria a millones.
Hitos de este desastre fueron la destrucción de la enseñanza pública, que ha dejado de ser el gigantesco ascensor social que fue en el pasado. El desastroso mecanismo de insolidaridad y desigualdad territorial. El desguace de varias centrales nucleares casi terminadas, que producirían hoy electricidad a la décima parte del coste de las renovables, lo que nos lleva a pagar la electricidad más cara de Europa cuando teníamos la más barata. El desmantelamiento industrial – “reconversión” – para entrar en la UE a toda prisa, un peaje que ningún otro país ha pagado. La venta a precio de saldo de las empresas públicas por Aznar a los oligarcas para entrar en el euro sin analizar un segundo sus consecuencias. La negación de la burbuja inmobiliaria y de la crisis, y la comportamiento delictivo del BdE, causa de la destrucción del sistema de Cajas de Ahorro, la mitad del sistema financiero y refugio seguro del ahorro popular durante 180 años.
A la plaga bíblica que supuso Zapatero, le sucede un Rajoy con poder de sobra para haber reconducido totalmente la situación. Hizo lo contrario. Al revés de lo prometido, elevó los impuestos sobre la clase media y trabajadora a su máximo histórico – el doble de EEUU después de la bajada de Trump – . Se negó a recortar en despilfarro político, “eso ni se toca” diría, y en su lugar lo mantuvo y financió con más de 200.000 millones de euros a las CCAA a interés cero. En vez de pedir como Grecia un rescate que implicaba una reducción de nuestra deuda del 50% a cambio de recortes del despilfarro político, se plegó ante Merkel devolviendo lo prestado por las cajas alemanas que habían financiado la burbuja inmobiliaria, algo que no hizo ningún otro país, endeudando a los españoles en más de 600.000 millones de euros, la mitad para devolver la deuda a las cajas alemanas, el rescate bancario y los agujeros de los oligarcas del IBEX, y la otra para financiar el despilfarro autonómico fuera de control.
Y mientras tanto, el país sigue arrastrándose en medio de su decadencia económica y social y su inmensa podredumbre moral en un mundo que cambia a toda velocidad y que nos sigue dejando atrás a marchas forzadas. En palabras del mejor pensador político español, D. Antonio García Trevijano: “El futuro de España es absolutamente incierto, porque la tendencia que prospera entre los españoles es la dejadez mental y moral ante los desastres nacionales, y cualquier vaticinio requiere una lógica que no puede contemplar las consecuencias de la actual disolución del carácter y de la moralidad nacionales, es decir, de la inteligencia y de la voluntad colectivas. Puede pasar cualquier cosa, porque tenemos un monarca y una clase política cobardes, que serían incapaces de emplear a la jurisdicción militar como prevé el Art. 116 de la Constitución si el Supremo no se atreve a aplicar la Ley como se haría en cualquier Estado de Derecho, ya no queda ni valor para eso”.
(1) Juan Laborda, J.C. Barba, J.C, Bermejo y servidor.