El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, adoptó hoy una decisión financiera de calado: descartar para llevar las riendas del Banco de España al candidato del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y elegir al del ministro de Economía, Luis de Guindos. Esta es la margarita que deshojó Rajoy, según se analizó en los informativos de Radio Libertad Constituyente antes de hacerse pública la noticia.
El Gobierno anunció la identidad del nuevo gobernador del Banco de España que sustituirá a Miguel Ángel Fernández Ordóñez a través del propio ministro de Economía. Luis de Guindos había ofrecido una terna a Rajoy: Luis María Linde, José Antonio Saiz de Vicuña y Fernando Becker, con más opciones para el primero. Linde fue nombrado consejero del regulador por parte del Banco de España hace solo unas semanas.
Sin embargo, Rajoy tenía otro nombre sobre la mesa y lo avalaba el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Se trataba de José Manuel González Páramo, que acaba de abandonar el consejo del Banco Central Europeo (BCE). González Páramo tiene contactos a nivel comunitario y un amplio conocimiento de los circuitos financieros internacionales. Y una alta capacidad de entendimiento con Draghi. La decisión da idea de las influencias futuras sobre el banco y de las intenciones de Rajoy en torno a esta institución.
Entre los nombres que se barajan para ocupar el puesto de subgobernador del Banco de España a partir de julio se cuentan Soledad Núñez, economista pacense propuesta por el PSOE, Vicente Salas (fue relevado como consejero del Banco de España hace sólo una semana), el ovetense José Manuel Campa (que fue secretario de Estado de Economía con Elena Salgado bajo la presidencia del socialista José Luis Rodríguez Zapatero) y Fernando Restoy, vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ex consejero del Banco de España y ex director del departamento de Estudios Financieros. Tradicionalmente PP y PSOE se reparten estos puestos, siguiendo un modelo de partidocracia perfecta que adultera el régimen parlamentario y estrangula la economía.