El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, y la directora general de Política Interior, Cristina Díaz, se contradijeron en las cifras que ofrecieron a la prensa como balance del 14-N, pues no coincidieron ni en el número de detenidos, que finalmente fueron 138, ni en el de manifestantes agredidos por la policía (entre ellos un menor en Tarragona víctima de los Mossos, como muestra el vídeo) ni en el de agentes heridos por los manifestantes. Pero mas allá de la inutilidad de las comparaciones con respecto a otras huelgas generales, lo que sí se evidenció fue que España es una olla a presión, que el ambiente es pre-revolucionario, que hubo incluso consignas en la Plaza de Neptuno de Madrid para que los policías se sumaran a los manifestantes (“¡No nos pegues, únete!”), algo inédito en España desde la muerte de Franco, y que cualquier imprevisto golpe de azar que se produzca en concentraciones ciudadanas tan multitudinarias tan cerca del Congreso, la Moncloa o el Palacio Real puede provocarle un disgusto irreversible al régimen.