(Orfeas M) Desnudez servil En la sociedad postmoderna, las mujeres adultas han aumentado su poder en la misma medida en que disminuyen su influencia. Los hombres normales no envidian los rangos sociales o políticos que ellas ocupan, ni temen la igualdad que solo los emula en las ambiciones sin causas dignas de admiración. La actual condición femenina, apocada de feminidad y de misterio, dejó de intrigarles. Su apariencia resulta más atractiva y menos singular; menos interesante en cercanía y más llamativa a distancia. Mirables para la vulgaridad admiradora, las jóvenes sin estado ni carácter cuanto menos cubren sus cuerpos más enseñan la inanidad de sus almas. El falso feminismo despersonaliza a la mujer incompetente. La uniforma con harapos de mendiga, trapos colgados de perchas andantes, o la engalana con veladas transparencias de desnudez. Al liberarse con modales de impúdica comunicación, las profesionales de la insensibilidad televisiva responden a la simpleza de sus cabezas y a la miseria de sus ambiciones inmediatas. Entretienen el espectáculo de la ordinariez porque todo lo sofisticado abruma los sentidos y los aturde. Hay que estar muy apegados a la excelencia, para sentir el inigualable valor de lo natural y lo sencillo. No hay signos de complejidad en las mujeres encueradas a la moda. El desnudo, primera audacia del pensamiento servil, niega un principio sacro de la sociedad. Antes que cualquier otra, cumple la función de un sacrilegio. La cara concentra la expresión inteligible de un cuerpo vestido, mientras que carece de gesto personal el rostro de un cuerpo desnudo. Las playas nudistas ofrecen caras anónimas en cuerpos familiares. El desnudo no conviene a todas las configuraciones del cuerpo. Si no es deforme, puede ser noble en cualquier edad, pero sólo es admirable en su juventud. Sin desnudez, las pasiones se expresan en la intensidad de la mirada; los sentimientos, en la extensidad del gesto comunicativo. La desnudez reduce al sexo la expresión de las emociones corporales, delatando la ausencia de auténticas pasiones del alma.