(foto: xopi) Descomposición total   La semana pasada salieron a la luz unas imágenes, recogidas por las cámaras del metro de Madrid, en las que podía contemplarse la brutal paliza, sin mediar palabra o aparente provocación, de un joven a otro. Mientras el agredido recibía un aluvión de golpes, con unas consecuencias para su salud entonces difíciles de calibrar, la gente que viajaba en el vagón se ocupaba en alejarse de la escena, demostrando que el destino del infortunado no era cosa suya, y que no merecía la pena el arriesgarse a recibir  siquiera   un  golpe   por  interponerse. Unas trémulas manos fueron todo el apoyo que recibió.   La reacción que acabo de relatar no constituye un hecho aislado, sino que forma parte de la idiosincrasia de la sociedad española. Algo que, entre la dictadura y el posfranquismo vigente, han terminado por forjar. La eliminación sistemática de toda posibilidad de acción colectiva partió de la esfera de la política. Y de su potencia final da testimonio el citado ejemplo, por cuanto ya afecta incluso  a las formas más espontáneas continúa …

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