El amor de Julio César y Marco Antonio por Cleopatra condicionó el futuro de Roma. Todos los acontecimientos posteriores fueron determinados por este hecho concreto. El imperio romano quedó dividido en dos: Oriente y Occidente. Si la nariz de la reina hubiera sido un poco más pequeña las fuerzas que desataron la pasión por ella no hubieran impulsado la historia en el sentido que lo hicieron. El mundo entero sería distinto.
En los hechos particulares, como en el enamoramiento de César y Marco Antonio, cabe el azar. La realidad política es tanto más azarosa cuanto más particular. Las series casuales de hechos independientes entre sí delatan la presenciadel azar en la historia. El determinismo asoma como ley de la generalidad. En lo infinito, en lo eterno, lo probable siempre sucede1; pero en lo particular, en lo concreto, cabe la suerte.
Sin embargo, la teoría del determinismo de la materia dice que la influenciafísica de la naturaleza en nosotros es tan grande que si no conocemos el porvenir de la historia no es porque no esté determinada, sino porque ignoramos las causas que la determinan. La libertad es el desconocimiento de las leyes del determinismo histórico. La pre-visión de todo excluye la existencia del azar. El descubrimiento de la causa elimina lo casual.
Pero, si aceptamos que el curso de los acontecimientos está predeterminado no tiene sentido procurar su cambio. Todo lo que ha de suceder sucederá con independencia de lo que hagamos. El hombre así concebido no es más que una bola de billar en manos de la suela de cuero del billarista. El golpe decide la jugada sin que aquélla pueda desviarse del camino que le han trazado. “Donde hay determinismo no puede haber libertad”. 2
Es el principio de individualización el que introduce el azar en la historia. El principio de individuación, determinado por la genética, no permite optar. Ni la libertad, ni la voluntad operan en él. Los seres vivos no pueden influir en el factor hereditario que los determina. Es la sociedad la que al crear individualidadesintroduce lo casual. El principio de individualización, orientado por la cultura, sí permite elección. Ninguno de estos dos principios puede, por si sólo, explicar la historia del hombre. Ambos se complementan en el curso de la evolución. La libertad es a la individualización lo que la necesidad a la individuación.
Adrián Perales Pina
1 Antonio García-Trevijano, Teoría Pura de la República pp 68
2 Ídem pp 69 y pp 226.º