Black square sun hype (foto: quapan) De los dos infiernos Por problemas de salud, no pude asistir a la multiplicación de los panes y los peces, que estimé una sola desde que me leyeron el Catecismo, antes que yo tuviera voluntad de aprender y escozor intelectual, in illo tempore. Posteriormente habría de darme cuenta, metido en la Biblia entre Viejo y Nuevo Testamento, que no sólo los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, hablaban de dos multiplicaciones diferentes sino que, incluso, antes que Jesús, el profeta Eliseo estuvo en vanguardia con los panes y los peces cuando el hambre acogotaba a una multitud y las viandas eran ridículas para satisfacer a tanta gente. Las interpretaciones sobre los textos lejanos, más aún los denominados sagrados, son tan fecundas y dispares que mejor no meterse en camisa de once varas, aunque parece haber acuerdo en que la primera multiplicación aconteció poco después de que Herodes Antipas entregara en un suntuoso banquete y en bandeja de plata la cabeza de Juan el Bautista a su voluptuosa hija Salomé. Al parecer, Jesús, enterado de la tragedia, se retiró a meditar a un monte seguido de un elevado número de discípulos que, desfallecidos por el mediodía y la caminata, abocaron al milagro.   Vaya desde aquí mi absoluto respeto a todos aquellos que profesan la religión católica y les ruego que no vean sorna en estas letras sino nada más que literatura con su correspondiente dirección. Y es ese sendero el que me lleva a Oscar Wilde, quien además de advertir que nunca puede ser considerado escritor ni artista aquel que no distorsiona la realidad, entronca con la historia señalada a través de su tragedia 'Salomé', en la que en un único acto y en plena época victoriana aborda un amour fou bíblico que termina segando la voz que un día clamó en el desierto para tres religiones: el Cristianismo, el Islam y la Fe Bahá'i, además de ser considerado Mesías del Mandeismo. La bailarina también pagó con la vida la osadía de besar la frente de Juan cuando su yugular ya no tenía continuidad. Según Wilde, Herodes, de quién era hijastra, la amaba apasionadamente y no pudo soportarlo. El amor trágico en la literatura es un eterno contenido donde giran los continentes.   Vueltas las musas de las vacaciones de Semana Santa, tal vez de ahí ese inicio cual botafumeiro repleto de incienso, no compararé la multiplicación de los panes y los peces con los índices socioeconómicos que ofrece esta cosa que llaman Gobierno, cuando en realidad no gobierna sino que libra un enfrentamiento partidista o partidario con la oposición para gobernar sin jamás hacerlo, gane quién gane, repitiéndose el mantra desde que nos pasaron de la dictadura franquista a la oligarquía y sin visos de que la partitocracia sufra una embolia. Menos cerebral, por inexistencia de masa, de cualquier otro tipo.   Les hablaba al comienzo de mi sorpresa juvenil, al descubrir que la tabla de multiplicar panes y peces, creo que siempre cerca del Tiberiades, había sido usada en varias ocasiones. Les hablo ahora del terror que me produce descubrir la existencia de dos infiernos, cuando siempre pensé que Lucifer tenía el suyo y, en caso de haber alguno más, estaría escondido en un paraíso fiscal. No. Los tenemos aquí mismo. Dos infiernos que, rompiendo el maniqueísmo al uso, luchan entre sí. PSOE y PP. Si me preguntan por los ciudadanos, no sabría decirles si están en el limbo o en el purgatorio, aunque si es obligatorio pronunciarme, diría que saltan de un lugar a otro para dar colorido a esta farsa fallera.   Colocada la cabeza de Zapatero en una mesa de despacho, de cara al esencial objetivo de disminuir la diferencia con Rajoy en intención de voto, cosa que se ha producido, producido se ha de igual manera una aportación escénica muy desagradable a la decapitación del Bautista. Cuando el santo calló, calló para siempre, mientras que el presidente socialista ha devenido gallina que, aún con el cuello seccionado, corre a toda velocidad hasta que la vida termine de irse. Pero aún queda un rato.   Anda loco el país España buscando a quién votar, puesto que no quedan más que cuatro desquiciados capaces de valorar positivamente una obscena partitocracia que nos ha dejado hechos unos zorros, cuando los zorros son ellos. Mientras, el sentido común continúa siendo el menos común de los sentidos, con la ayuda, eso sí, de 30 millones de euros para manipular mensajes, decir mentiras, prometer imposibles y al fin, siénteme yo, siéntese usted, mantener la oligarquía en la que tan bien nos desenvolvemos. Lo más sencillo, lo más fácil de comprender, la acción más coherente –la 'abstención activa'- tiene problemas para llegar a las gentes, imbuidas de un estribillo nefasto: 'votar es un deber cívico', cuando votar es un derecho político. El deber cívico que nos piden no es más que el apoyo al oligarca cada cuatro años 'con flores a María'. ¿Cómo puede colocar una urna un sistema político que no cumple ninguna de las normas que debe cumplir para llamarse democracia? No le llamen urnas, por favor. Son ataúdes.   Así el panorama, puesta en marcha la carísima fontanería de los partidos, ausentes los ciudadanos, los 'índices de audiencia' advierten que, como siempre hay que ofrecer algo, colóquese ya la mesa del trilero para que los carteristas hagan su trabajo. ¿Y que se va a ofrecer? Pues, como no podía ser de otra manera, tres cosas fundamentales: empleo, mejoría económica y profundización en la democracia, lo que leído en cristiano no significa otra cosa que profundización en la oligarquía y absoluto control de los poderes Legislativo y Judicial por parte del Ejecutivo. Ya andan algunos negociando el asunto con los nacionalistas.   Ahí están los dos infiernos a evitar. No hay que elegir uno u otro. No hay que elegir uno u otro porque son lo mismo y porque nada cambiará en España en favor de los españoles. Nuestras gentes saben de hogares y chimeneas y también, desgraciadamente, de las llamas que en verano acaban con nuestra masa forestal. No vayan a meter la mano en el fuego. Ni en la hoguera de la derecha ni en la de la izquierda. Se convertirán en una pira funeraria. Es el sistema político el que es preciso cambiar. Todas las ideologías están atrapadas en él y, salvo el brutal entramado de poder, cualquier español, vote PP, vote PSOE, vote IU, es una víctima. Nadie quiere eliminar los partidos, pero no pueden ser los dueños del Estado. La única salida es constituir unas nuevas reglas de juego. Y con la libertad política, la democracia formal podrá canalizar la decisión de un pueblo que ha dado mucho y ha vertido la sangre en su tierra.   La sola manera de decir ¡no! es decir ¡no! No hay otra. Y la única manera de expresar ese no a una oligarquía corrupta es ignorarla absolutamente: la 'abstención activa'. No señores. No debiéramos jugar más en ese tablero que han diseñado e impuesto en beneficio propio unos pocos. Los españoles podemos construir un país desde la lealtad, la dignidad y la libertad. Llevamos ya muchos años soportando los infiernos que han vendido como la mayor gloria. Sus urnas deben quedarse vacías esta vez. Porque no son urnas. Son cepos. Horcas. Ataúdes para la libertad y el honor. Porque esa gente vive de la muerte. Y muerte han dado a la moral.

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