Esculturas de Khajuraho (foto: fossilmike) Corrupción tántrica La corrupción institucional necesita tanto de una administración deshumanizada, fría, como del secretismo en el quién y el porqué de las decisiones de gobierno, pues la lejanía transmite sensación de irresponsabilidad en cascada. En la corrupción, el nepotismo es inevitable porque la familia, los amigos, unidos al poder sin control crean en la clase política una necesaria ilusión de naturalidad. Para la corrupción es precisa la connivencia de los medios de información que se plasma en una ristra de escándalos cuyo descubrimiento conduce, una y otra vez, a la misma situación. Dónde quede finalmente la gestión mercantil de la energía a consumir por los españoles y quién sea el testaferro designado para dirigirla, al igual que la propaganda absurda de la operación, es cuestión exclusiva de la oligarquía de turno. Villalonga, Fernández de la Vega… qué más da.   Edmundo Burke creía que el orden, al cual consideraba un valor civil, producía libertad. Por ese motivo tuvo que legitimar su crítica de la revolución francesa en la honorable veneración de la Antigüedad y la Tradición. Quiso establecer un vínculo entre las buenas maneras del caballero y su herencia cultural que, según parece, incluía la propia libertad. Lo que fue la temerosa posición política de un hombre culto y honesto se ha transformado en el credo de las corruptocracias europeas. Felipe González, por ejemplo, será siempre adorado y exculpado como si de un venerable estadista se tratara porque en esta composición de la Historia está la legitimación de los comportamientos presentes y venideros.   Burke, el poder y los negocios tenían que conducir al sexo. Parte de la filosofía india interpretó que la energía sexual permitiría al individuo trascender su pequeño ser e integrarse en una hermosa corriente universal. Al igual que el conservador pensador británico, los filósofos indios quisieron verse a sí mismos como portadores de un mandato anterior, superior y más sabio; pero estos decidieron revivirlo no a través de la Política, sino en la Sexualidad. En sentido anticultural, pues la ausencia efectiva de libertad degenera la cultura, los prebostes de la partidocracia están inmersos en las mismas técnicas de refinamiento, profundización y represión de apetitos que requiere la mística tántrica, pero la corriente de leche que los lleva es muy distinta.

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