El Príncipe presidió el pasado día 1 de Junio en Barcelona la entrega de despachos a la LX promoción de la carrera judicial, compuesta por 120 nuevos jueces, a los que animó a guiarse por los principios de independencia e imparcialidad, “únicamente sometidos al imperio de la Ley y al pleno acatamiento de nuestra Constitución”. Al acto asistió también el Presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que lo es además del Tribunal Supremo (TS), D. Carlos Dívar, quién aprovechó para manifestar su preocupación personal y del órgano de gobierno que preside por mejorar la situación personal y laboral de los jueces, que se refleje en “un servicio más atento a los ciudadanos”. No podían faltar entre las autoridades el Ministro de Justicia, D. Francisco Caamaño, el Presidente de la Generalidad D. José Montilla, la Consejera de Justicia de Cataluña Dña. Montserrat Tura, el Alcalde de Barcelona D. Jordi Hereu y la Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña Dña. María Eugenia Alegret. Los patronos de la inseparación marcan el territorio desde el acceso a la noble misión de quien elige como profesión la de juzgar a sus conciudadanos. Se apela a la pulcritud y dignidad personales como residencia última de la independencia judicial, cuando a la vez se favorece la corrupción institucional poniendo el bocado de la designación política, el sometimiento económico y el coto organizativo y funcional de esa misma constitución que se invoca como sustento y ser de las maravillas del país de Alicia. Se sitúan sin pudor en la misma, quien representa y cataliza mágicamente la transacción eterna del estado de partidos con libertades personales pero sin libertad política, quien ata organizativa, funcional y económicamente a la justicia al poder único, quien se encarga de la culminación de la ruptura del principio de igualdad al acceso a la justicia por razón de residencia, y quien aspira a arrebatar a su compañero de acto la última instancia de las decisiones jurisdiccionales en lo referido a su ámbito territorial. Enfrente, la virginidad de los nuevos juzgadores, en escena natural que produce la misma emoción que contemplar el acoso de los lobos al rebaño. Acto de entrega de despachos