En la praxis de la medicina preventiva, es común inocular a la población de riesgo un virus debilitado o principio orgánico convenientemente preparado para preservar a estas personas de una enfermedad determinada. Siguiendo este camino, el periodismo orgánico, con su cohorte de comunicadores, tertulianos y especialistas ad hoc, se dedica a inundar las imprentas y a saturar las ondas de selectos mensajes que eximan al diseño institucional del juancarlismo de sus abyectas consecuencias, evitando que los españoles se contagien de la verdad-libertad que pondría en crisis el Régimen del 78, y preparándoles para digerir la próxima desfachatez del así inexorable interés ajeno que les gobierna. Vacunación (foto: SomosMedicina) La última dosis hace referencia a las pensiones, señalando el peligro en el que se encuentra el sistema público si el número de cotizantes a la seguridad social continuara disminuyendo según las peores previsiones de desempleo. Se comete la premeditada falacia de hacer pasar el asunto por un compartimento estanco de las cuentas públicas, como si el despilfarro sin control de las administraciones y la financiación estatal de las organizaciones políticas y los sindicatos, esto es el Estado Autonómico de Partidos sin división del poder, fuera algo ajeno, pretendiendo conciliar el eventual derrumbe de lo primero con la subsistencia del resto. Es indicativo, a pesar de la difícil situación económica, que continúen los excesos impunes de dirigentes políticos con cargo al Presupuesto que, cuando se denuncian públicamente, se enajenan como particulares abusos de partido, desterrando por principio el análisis de la causa formal del poder, porque la política española hubo de edificarse y funcionar sobre este engaño colectivo. Sabido es que no puede haber mayores consecuencias políticas que las autoadmitidas por las jefaturas de los partidos según la aritmética parlamentaria. Es más, la irresponsabilidad compartida convierte en comunes los citados episodios, con lo que se termina en un cruce de acusaciones desde las trincheras mediáticas de cada bando: un “y tú más” que al final sólo sirve para reforzar a los acólitos en la convicción de que el contrario es peor, amojonando como única salida popular la de votar, si no al propio, a otro partido menos a aquel para castigar tan lamentables actitudes; y confiando todos en el absurdo sistema proporcional, que al impedir la selección personal y evitar el juicio previo del votante por no poder elegir entre resultados finales, es contrario a cualquier tipo de decisión racional.