Existe en el sistema bancario prácticas aconsejadas por la necesidad, como el hurto famélico pero al revés: la víctimas son modestos ahorradores y los verdugos son los banqueros empujados por la situación financiera.   Así la CAM, por ejemplo, comercializó las llamadas cuotas corporativas, con el fin de aliviar la mala situación económica de la entidad y que ha causado la pérdida de ahorros a unos 54.000 ahorradores y muy especialmente a personas mayores, clientes de la entidad.   El producto “cuota participativa” consiste en que un ahorrador paga por ellas, a cambio del derecho a ganar dinero que proviene de los “excedentes después de impuestos” (si no fuera una Caja de Ahorros, los llamaríamos beneficios) de la actividad financiera de la CAM. Son indefinidos, es decir, no hay un plazo, transcurrido el cual, se recupera el dinero invertido o parte de él. No se trata como muchos afectados piensan de un “plazo fijo”.   El producto salió en julio de 2.008, momento en el que el sistema financiero y muy especialmente la CAM estaba en una situación financiera delicada, aunque aún no era de dominio público. No obstante, cualquiera podría ver que las cuentas publicadas de la CAM dibujaban una situación excelente y todo el mundo se fiaba de ellas, porque el Banco de España, el supervisor de bancos y cajas, garantizaba su fiabilidad.   El problema salió a la luz cuando quisieron fusionar CAM con Caja Astur y ésta se negó a la fusión, porque las cuentas de la CAM no reflejaban la realidad. M. A. Fernández Ordóñez, Gobernador del Banco de España, no dimitió ni dio señales de vida tras estas gravísimas acusaciones, luego ratificadas por la institución que dirige. Si los 54.000 ahorradores que compraron las cuotas hubieran estado informados de que según la contabilidad real, jamás iban a recuperar su dinero, no hubieran comprado.   Tras este intento frustrado de fusión, la Caja de Ahorros CAM ha desaparecido, ahora la actividad financiera se desarrolla por medio del Banco CAM, entidad diferente a la Caja de Ahorros. El Banco de España, al haber inyectado mas de 5.249 millones de Euros, es ahora el único accionista del Banco CAM, que vende al Sabadell por un euro todo el Banco CAM, lo que da imagen fiel de la realidad financiera de la entidad. Las cuotas participativas no son canjeables en acciones según la información oficial. Carecen además de derechos políticos y están fuera del banco.   Las cuotas participativas tenían por objeto el cobro de “excedentes después de impuestos” de la actividad financiera de la Caja de Ahorros. Ésta ya no existe. La actividad financiera está fuera de la caja: ¿qué han comprado los ahorradores?. No podrán cobrar ni excedentes, ni beneficios del banco porque no son accionistas. Ya no tienen derecho a nada. El Presidente del Sabadell dice que esas cuotas no tienen valor, pero que algo harán para no perder los clientes afectados. Caridad cristiana a cambio de sus ahorros.   Ante una situación de cambio de régimen jurídico, según la información técnica de la emisión, estaba prevista una amortización automática, esto es: devolver el dinero a los afectados.   El último Consejo de Administración de la Caja de Ahorros CAM antes de la intervención, resolvió recomprar estas participaciones, si bien con una pérdida para los ahorradores de un 18%. Solo faltaba la ratificación de una asamblea convocada al efecto. Esta asamblea fue anulada posteriormente.   Cabría pensar que el Banco de España intervendría inmediatamente en defensa de la legalidad, dado que todos los productos de este tipo están supervisados por él y es el responsable del cumplimiento de la ley en estos supuestos.   Pero fue precisamente el Banco de España, tras intervenir la entidad, el que anuló la asamblea donde estaba previsto autorizar la devolución de parte del dinero a estos ahorradores. El Gobernador del Banco de España, junto con los anteriores directivos de la Caja de Ahorros, pasan a ser así, presuntamente, carne de indulto, por haber autorizado un producto que ha resultado un fraude para el pequeño ahorrador.   Si pasa usted delante de un banco, tenga cuidado con su cartera. Tápese la nariz y eleve sus preces por las víctimas bancarias si pasa por delante del Banco de España, pero sobre todo, lo mas importante: si ve usted entrar a un banco a un obrero jubilado con ahorros, por caridad, ¡llame a la policía!.

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