Puesta de sol (foto: InVa10) Andar, andar Para andar el camino hay que andar encaminado. Exige tiempo y hábito de discernimiento. Un Maestro que ayude a abrir las puertas de la mente. La dicha de ser bendecido por una incansable sed de conocimiento y distinguido por la pasión de la búsqueda de la verdad, de descubrirla en cada paso del camino. Pocas personas se sientan en su adolescencia, quizá una tarde de verano o una noche estrellada de invierno, quizá un día cualquiera antes de terminar la adolescencia, y entabla diálogo con su propio espíritu, permite ser elegido, poseído, por un ideal que dé sentido al camino. A la vida y al tiempo de vida. Una vida no entregada a la causa de la libertad política es una vida perdida. Para ese camino te sobran las vanidades de cada día. No olvides que tu espíritu se debilita si te comparas con los cadáveres que queden al margen del camino. No hay tiempo para eso aunque exige grandeza de espíritu escogido soportar imperturbable los desprecios de los despreciables. Aprovecha el tiempo. Mira a las estrellas, busca la belleza, vive la bondad como virtud, como privilegio de almas fuertes. Tus compañeros de camino serán como hermanos de sangre, forjados en la misma lucha por el ideal más bello. El tiempo de vida es breve. Pero sólo cuando es recorrida con un mismo y coherente ideal en todas las etapas biológicas puede vivirse sin nostalgia y en un tiempo que siempre es presente. Sólo tu espíritu puede decidir qué hacer en la encrucijada. Nada te traerá tanta paz como la lealtad a tus principios.