Desde hace varios meses el político nacionalista vasco, Iñaki Anasagasti, insiste en expresar su crítica a la Monarquía española y a la Casa Real en los más variados medios públicos y en su blog. ¿Para qué? ¿Para conseguir una democracia en el país? ¿Para ilustrar a los súbditos españoles sobre la libertad política? La respuesta es negativa. Todas sus intervenciones persiguen otro objetivo. En su blog, por ejemplo, no hay ni una sola reflexión sobre lo que debe ser un sistema político con libertad, sobre cómo instaurar una democracia en la nación. Según él no ha de tener la menor importancia el cómo deben estar organizadas las instituciones políticas en un Estado moderno. Tampoco dice, con claridad y distinción, absolutamente nada sobre la libertad política en el país vasco. La democracia y la libertad en Euskalerria no deben de interesarle mucho. Si el ex senador llega a recoger en esa página digital, por ejemplo, las costumbres vascas en Venezuela, ¿por qué no nos dice qué clase de república quiere?, ¿es un secreto? Hay que colegir, por lo tanto, que Anasagasti defiende una República española sin concepto, o bien, una República vasca sin idea, que, políticamente, viene a ser lo mismo. En cambio, Julio Anguita, el excoordinador de IU, quiere una República federal. Bien, por lo menos podemos dialogar con él: podemos hacerle ver, entre otras cosas, que la forma del Estado (República) y la libertad política (democracia) son diferentes a las acciones de gobierno (la declaración de la guerra, los tratados de paz…). Y que la República, ante todo, debe ser escogida por el pueblo –en caso de serlo- no solamente en la disyuntiva que la enfrenta a la Monarquía, sino en la que afecta al tipo de república que se desea. Ignacio Anasagasti en el Alderdi eguna (foto: txikita69) En concreto, nos encontramos con tres opciones: Monarquía o República federal de partidos, Monarquía o República federal y Monarquía o República constitucional, la verdadera República con democracia representativa.