Tercer día de la marcha de la libertad, caluroso, casi de verano, que ahora amenaza lluvia en Benifaió cuando son las 10 de la noche. Después de recoger el ligero equipaje y desayunar en el centro auto gestionado donde ayer nos acomodamos para dormir, hemos salido de Alcacer, localidad pegada a Picasent, a las 9 por la mañana y hemos llegado a las 12 a Almussafes, primera escala de la jornada. La gente del pueblo maravillosa. Nos han ofrecido ducha y alimento en la piscina municipal. Un cargo del ayuntamiento ha estado charlando simpáticamente con nosotros mientras descansábamos. A las seis y media, digerida la comida, partimos hacia Benifaió, que está tan cerca que a las siete ya comenzaba la asamblea en la plaza. Antes, atravesando el centro comercial de la localidad, repletas las terrazas de afortunados hoy pudientes de una merienda al aire libre. Un pueblo sentado en las cafeterías observa como si la marcha de la libertad no fuera con ellos, como si su libertad no comenzara también con la nuestra, removiendo el azucarillo de dulce ignorancia. Son el tercio acomodado al régimen de poder, no en vano acaba de caer, como la lotería, una inversión de más de 800 millones de euros de la marca Ford para la producción de dos nuevos modelos en la factoría valenciana. Hemos contra atacado la desidia intentando motivarlos para que participaran en la asamblea, pero la respuesta ha sido muy tímida. Hablar en público, en un pueblo, y de política, parece un sacrilegio, como si no hubieran pasado otros 40 años. La intervención más notable, que ha despertado entusiasmo entre los asamblearios ha sido la de una mujer economista que describía las causas financieras de la crisis, el exceso de deuda, etc. Pero ignora, como muchos de los que caminan junto a la marcha de la libertad, que no se puede pedir al perro que cambie de amo, hay que arrebatar la correa; es la tendencia reformista monárquica, todavía mayoritaria. Porque aunque se declare republicana, ignora que la libertad no se pide, se conquista. Los compañeros de Benifaió excelentes, nos cuidan. Nos alojan en un lugar precioso que es una granja escuela. Encontrar personas así impide que uno pierda la confianza en la humanidad, gracias.