La frase de Jean-Jacques Rousseau “es contrario a la naturaleza del cuerpo político que el soberano se imponga una Ley que no puede infringir, pues se encuentra en el caso de un particular contratando consigo mismo. No hay ni puede haber una Ley fundamental y obligatoria para todo el cuerpo político de la misma forma que nadie puede quedar obligado al cumplimiento de un acuerdo suscrito consigo mismo” supone que no hay democracia representativa sino directa.
Para que esto se pueda cumplir el pueblo debe representarse a sí mismo en una asamblea, pero eso es una utopía, ni siquiera en la época de la democracia directa se produjo -la democracia representativa comienza fundamentalmente con Hamilton. Sabemos por la historiografía que en una misma asamblea no podía cambiarse toda la Constitución -estaban los thesmothetai, que era el Tribunal Supremo, y los nomothetai, y el Tribunal Constitucional que hacían imposible que el pueblo, incluso presentándose en asamblea, pudieran, en una sola asamblea, desdecirse de lo que el propio pueblo había dicho anteriormente: había unos protocolos que no permitían transformar la nación de la noche a la mañana.
Sin embargo le tengo una enorme simpatia a Rousseau porque, aunque en el contrato social se desdice bastante de Montesquieu e incluso dice cosas en su contra -cuando define que el poder legislativo es la voluntad, el ejecutivo la fuerza, etc.-, considero que es el pensador político que tiene más pasión republicana. Rousseau demuestra que es el pensador del XVIII más amigo de la República cuando contrapone las consecuencias beneficiosas que trae la República a un país y los desastres, la venalidad, el capricho, la descomposición y el vicio que trae la Monarquía.
Hablando ya de el Emilio de Rousseau, sucede que, a pesar de que R es hijo del enciclopedismo, es contrario a él. Él considera que la “peste” -tal y como los denomina- de la educación son los libros y las enciclopedias y lo relaciona con una moda que estaba habiendo en Francia en aquel momento -por ejemplo la propia Maria Antonieta con su maravilloso Trianón: hacer que la naturaleza artificial pareciese natural. Rousseau consideraba que la naturaleza salvaje no puede ser sustituida por una naturaleza natural en apariencia pero falsa. Por eso mismo, considera que el niño y sus primeros contenidos deben ser los que le enseñe la madre naturaleza.
Intervención de Don Martín Miguel Rubio Esteban en Libertad Constituyente a 15 de febrero de 2012