El lunes, 4 de julio de 1898, en los pasillos del Congreso, podía leerse el telegrama del almirante Sampson comunicando a su gobierno la destrucción de la escuadra de Cervera:
–En este momento en que se conmemora la independencia de nuestra Patria, yo ofrezco a ella la destrucción de la escuadra española. Hemos tenido siete muertos y trece heridos. El almirante Cervera, con Eulate y Lazaga, están prisioneros en el barco almirante, “Jorva”.
A imperio muerto, imperio puesto, sobre la infamia, eso sí, del “Maine”, organizada por los “Fake News” de los Bezos y Slim de la época, es decir, Pulitzer y Hearst, quienes ya entonces se presentaban como sostenes (y ligueros) de la Democracia.
España, hoy, indulta al toro “Orgullito” en Sevilla y condena al almirante Cervera en Barcelona. ¡Y pensar que el nacionalismo catalán sale de los capitales importados de Cuba! Los capitalistas catalanes, opuestos a la autonomía que Weyler ofreciera a la isla, vienen a España dispuestos a seguir mandando, y Prieto, en el 17, protesta contra la protección de la monarquía al catalanismo.
Antes, el general Martínez Campos tenía informado a Cánovas del ambiente antiespañol en Cuba:
–Los habitantes odian a España. La masa, efecto de las predicaciones en la prensa y en los casinos, ha tomado la contemplación y licencia, no por debilidad, sino por miedo, y se ha ensoberbecido; hasta los tímidos están prontos a seguir las órdenes de los caciques insurrectos.
Y el general, que no ha dicho toda la verdad “por temor a ser pesimista”, denuncia el optimismo de los partes oficiales, mandando que sean “breves, ordenados, claros y estrictamente veraces, como corresponde a militares serios”. Luego, sale corriendo.
–Estamos jugando la suerte de España, pero yo tengo creencias que son superiores a todo, y que me impiden los fusilamientos.
Nacía la cultura (¡unilateral!) del indulto. El 12 de octubre de 1899 el gobernador militar Brooke, para “desespañolizar” la isla, prohibió los toros.