No hay novedad ninguna en el uso de la difamación como herramienta ancestral para la lucha política por el poder, lo que puede resultar novedoso, tal vez, es su uso para impedir la libertad política de todos. Quizás sea por eso, por lo que hoy, las pasiones de servidumbre se coaligan con las de poder, para utilizar nuevamente este vulgar recurso, con la esperanza de alimentar la confusión entre la opinión pública.
Tampoco es nada nuevo, relatar aquí y ahora, la gran cantidad de difamaciones a las que Antonio García-Trevijano tuvo que enfrentarse a lo largo de su vida, no con la pretensión de apartarlo del poder, que no buscaba, sino con la de evitar la liberación de los españoles, sometidos por una dictadura primero y por una degenerada oligarquía en el Estado, después. El jurista, pensador e ilustre repúblico, fundador del Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional, fue difamado por el PSOE de Mujica y González a comienzos de la mal llamada “transición”, así como en otras ocasiones posteriores, con incontables rumores, dimes y diretes, que trataban de mantenerlo en el ostracismo político, provocando la desconfianza hacia su persona entre una opinión pública que, desgraciadamente, parece siempre presta a recibir cualquier clase de chisme, habladuría o insinuación, y especialmente si estos sirven para denigrar a la persona, menoscabar su autoridad moral o cuestionar su integridad intelectual.
Con estos antecedentes y esta malsana afición de muchos por el secular arte de la envidia, no debería de sorprender demasiado que hoy, incluso después de la muerte del autor de una obra como “Teoría Pura de la República”, haya de nuevo quienes tratan de, a través de insinuaciones y veladas acusaciones, malograr la asociación que personifica y defiende las mismas ideas de su fundador. Y es que resulta que el señor Roberto Centeno, un economista de la política, que fue colaborador de Antonio García-Trevijano y al que el jurista redactaba sus artículos sobre política económica, ha decidido arremeter, sin explicar claramente sus motivos, contra la asociación creada años antes del fallecimiento de su fundador, e incluso contra la propia Fundación independiente del movimiento de acción civil, destinada a preservar y difundir su legado intelectual. Permitanme ustedes entonces, la licencia de responder a la simple opinión, señalando algunos hechos como los que expongo a continuación.
Siendo evidente, imagino, para cualquier persona que haya seguido la trayectoria mediática del ingeniero de minas y economista, que jamás defendió las ideas de nuestra asociación, hoy, motivado por intereses no confesados, dedica un artículo en un medio digital, cuyo fin es el del desprestigio injustificado del MCRC, legado de acción cultural y pre-política de su fundador. Y digo que es algo obvio, puesto que nadie honesto podría olvidar el peregrinaje del señor Centeno, que dio comienzo con sus insistentes peticiones de voto para el partido UPyD de la ex-socialista Rosa Díez, que continuó con el renovador Ciudadanos y recientemente culminó con el decadente y oportunista VOX de Santiago Abascal. También señalo hacia unos intereses inconfesados, puesto que no se revelan en el citado artículo y cuya única pretensión manifiesta, es la de insultar y descalificar.
Por otra parte, y como muestra de que, además de no defender jamás las ideas de quien él dice reconocer como maestro, tampoco lo hizo cuando fue menester, tras su fallecimiento, con su persona, cabría recordar el vergonzoso episodio vivido a través de las infamias e insultos proferidos por el periodista Cesar Vidal, amigo al parecer del señor Centeno. El delator silencio guardado por Don Roberto tras las declaraciones radiofónicas y artículos en contra de la persona del señor Trevijano, realizados por el novelista histórico que reside al otro lado del Atlántico, evidenció una cobarde aquiescencia, propia del que trata de nadar, mientras se afana guardando sus ropajes. A la evidente deslealtad, se sumó finalmente la infidelidad, mediante la traidora complicidad con un personaje carcomido por la envidia, que había menospreciado e insultado a su supuesto amigo, pocos días después de su triste e inesperado deceso.
Si bien podríamos pasar de largo por las sospechosas dudas que Centeno expresa hacia el altruismo de los asociados al MCRC, porque lo que hacen es retratarlo a él sin necesidad de que yo añada ninguna apreciación subjetiva, el hecho de que realice veladas acusaciones en su insidioso artículo, hacia personas elegidas, algunas de ellas por el propio Antonio García-Trevijano para formar parte de la Junta Directiva, en una asociación de la que él jamás ha formado parte, es sencillamente intolerable. Y lo es, no sólo porque algunos, además del propio fundador del MCRC lo acompañamos a Bruselas para exponer su informe sobre los datos falseados por el Estado del PIB, sino por el hecho de que siempre fue recibido con cortesía, amabilidad y una respetuosa consideración, tanto en la sede del MCRC, cómo en las emisiones que hemos realizado en los últimos años a través de nuestros modestos medios, y en lo personal, por la gran mayoría de los asociados.
Considero que es claro que jamás existió la sintonía con las ideas del MCRC que aduce el señor Centeno y que, por otra parte, ha demostrado desconocer por completo al no haberlas defendido o explicado jamás públicamente. Esto no obsta, desde luego, para que lo hiciese en la intimidad de su alcoba, del mismo modo en que Santiago Carrillo, durante la transacción del 78, excusaba su silencio ante las difamaciones sobre el asunto de Guinea, alegando intereses de su partido, pretendidamente comunista y republicano.
Pero no contento con vestirse con las galas de una inexistente afinidad, pretende elevarse, junto al señor José Papi, un asociado que solicitó su baja voluntaria del MCRC, como “los únicos depositarios y continuadores legítimos del pensamiento del más grande pensador político de todo el s XX” . Nada menos. Todo esto sin que ninguno de ambos hayan redactado jamás un sólo artículo sobre teoría política, filosofía o Derecho, y sin que nunca hayan manifestado públicamente su defensa de la abstención activa como causa deslegitimadora del actual régimen político en España.
No contento con eso, explica además en su artículo en RamblaLibre contra el MCRC que: “la defensa de su legado ideológico y político” (sic) les corresponde a él y al asociado huido que parece acompañarlo en su encendida defensa de su patrimonio intelectual. Reconozco que casi sería procedente restregarse los ojos tras esta frase. ¿Legado ideológico del autor de una teoría pura de la democracia y de la República? Pues al parecer eso es lo que consideran estas dos equivocadas personas. Tal vez el señor Centeno, entregado como lo estuvo en el pasado, a técnicos debates con economistas defensores de la escuela austriaca, haya llegado a defender, como Carl Menger o Vilfredo Pareto, la superioridad de lo económico, sobre el pensamiento político. Esto es, la economía política como continuación a la nefasta política económica de la monarquía franquista de los partidos; la ideología pura frente a la ausencia absoluta de ella que define la acción del MCRC.
Pero finalmente, lo que resulta inaceptable, por ser un juicio de valor carente de argumentos, es que pretenda este hombre devenido en juez del MCRC, que las personas que formamos parte de la Junta Directiva, no hemos participado en la difusión y promoción del pensamiento de García-Trevijano. Para que no se me acuse de arrogancia, me excluyo y me limitaré simplemente a destacar el hecho de que varios de los integrantes de la actual Junta son miembros desde la fundación, junto al señor Trevijano, de la propia asociación. Es el caso del actual presidente, el señor Fernando Gómez, que es el iniciador o promotor del primer blog en Internet con el que comenzó una andadura que más tarde culminó en la Teoría Pura de la República Constitucional, y que además ha sido incansable recopilador de centenares de artículos publicados por Trevijano en diferentes medios. O el de Vicente Carreño, organizador de las célebres conferencias de Don Antonio en Murcia. O el de otro de los fundadores, Pedro Manuel González, cuya labor durante tantos años, ha aportado innumerables artículos en el Diario Español de la República Constitucional sobre la función del órgano de injusticia dependiente en esta partidocracia; además de sus habituales colaboraciones en las emisiones del MCRC, acompañado también por Adrián Perales, otro de los integrantes de la Junta Directiva y ambos, experimentados en la acción junto al entonces presidente del MCRC, del que son aventajados discípulos y excelentes conocedores de su obra escrita y publicada.
La sentimental despedida con la que el señor Centeno finaliza su difamador artículo, resulta sin duda, muy esclarecedora. Yo le recomendaría, de forma respetuosa y con la cortesía que él no demuestra hacia los demás, que en lugar de utilizar ese recurso populista, comenzase por leer y estudiar la obra del presidente honorífico, a título póstumo, del MCRC. Quizás de ese modo lograse comprender que depositar papeletas en urnas del Estado de partidos, es absolutamente lo contrario de lo que el notable fundador del MCRC defendió en toda su obra y durante toda su vida.
Vídeo: El ERROR de Roberto Centeno