527 años.
Y parece que fue ayer cuando los hombres del reino de Granada que fueran buenos tendrían acceso a un paraíso con ríos de leche y miel, y repleto de huríes vírgenes.
¡Hay que ver cómo pasa el tiempo!
He de reconocer que, en lo concerniente a los ríos, si la leche fuera de cabra payoya y la miel de Grazalema, el reinado moro de Granada me habría resultado atractivo, pero lo que no termino de entender es la dichosa manía de considerar a una mujer distinta o más apetecible dependiendo de si es virgen o no. Para mí está bien que sean huríes, pero como ya vamos sabiendo discriminar lo importante de lo accesorio, pues me quedo con que sean inteligentes y autónomas, o con voz propia, y, por supuesto, libres.
Aunque esto último las descarta definitivamente a la hora de ostentar el honor de ser premio paradisíaco para los hombres que sean buenos, el papel asignado a las huríes moras, o muy probablemente a las mujeres granaínas en general, huríes o no porque de toda habría, digo yo, de no haber reconquistado los nuestros Granada, no se compadece con nuestro objetivo de alcanzar la libertad política colectiva para la Nación española, y desearla para el mundo entero.
Al parecer, en esta ocasión no se han producido los incidentes de otros años en la plaza del Carmen. De un lado, cientos de personas con banderas de España, que representa a España, y a nada más, y de otro, un grupo de personas con banderas verdiblancas con estrella roja, muchas de ellas mujeres, huríes todas, aunque eso sí, sin velo y algunas con corte de pelo “al hacha”. En el centro de la plaza, una compañía de la Legión participa en la celebración y canta su himno. Los novios de la muerte morirán sin dudarlo en defensa de nuestra libertad e independencia, incluida la de las huríes de la estrella roja, pero hoy les dirigen una sonora indiferencia.
En el panorama partidocrático, cada uno a lo suyo. Algunos viejos, PSOE, en contra, viva la multiculturalidad, y otros, el PP, a favor, con el nuevo, VOX, haciendo un despliegue discursivo de acuerdo con sus intereses. Al resto se le supone con los de la estrella roja; el grupete de huríes y candidatos al paraíso de los dichosos ríos. Todo sea por los intereses de los caciques de la oligarquía partidocrática.
Viva Santa Ideología, patrona de todo lo visible y lo invisible. Protectora, sobre todo, del “otro”, es decir de los que no son españoles.
Desde Sevilla, la capital del estadito andaluz, una mayor indiferencia, y lejanía. Sobre todo, si se trata de ir a Granada, o a Almería, en tren. Aunque en este punto Extremadura casi que va ganando, pero se trata de un estadito distinto. Lo realmente importante para la sultana sevillana saliente es Ahmad Infante, inicialmente también conocido como Blas. A éste sí que hay que celebrarlo, y ensalzarlo, dado que es el padre de la cosa patriótica del estadito andaluz, y además se convirtió al Islam. Vaya por Dios. ¡No quiero pensar cuál sería su postura respecto a la celebración de la Toma de Granada!
A Isabel la Católica, que contempla desde su sepulcro en la Capilla Real a las huríes de la estrella roja con aún más indiferencia que los legionarios, nada de nada. No importa su testamento abogando por la consideración de personas libres de los indios americanos o el respeto a su lengua.
No importa su gesta, que condujo a la reunificación de España, ni tampoco importa que, de no haber sucedido, la realidad de España como hecho de existencia sería bien distinta hoy, desde Zahara de la Sierra hasta Almería, que cayó antes.
¡Qué sería de Trevélez o del almeriense Serón! Ojú, me erizo, nada más que de pensarlo. Prueben, prueben sus jamones y embutidos. En mi familia, en mi Totana natal, se celebraban sobre todo los de Serón, a los que se les atribuían chorreras.
Que las huríes de la estrella roja, y los hombres que las acompañan, digan lo que quieran, pero sí hay que celebrar la Toma de Granada, y mucho.
Yo seguiré celebrándola todos los años. Como también seguiré defendiendo la unidad de la Nación española y luchando para que alcance la libertad política colectiva.