En los actuales sistemas bancarios la deuda pública es el mayor activo de los Bancos Centrales, sobre todo del Banco Central Europeo (BCE). Cada vez tienen menos activos reales como el oro, los metales preciosos, los inmuebles, las acciones de empresas, los derechos sobre mercancías y otros.
Los bancos Centrales compran los “papelitos” emitidos por el Estado u otras Administraciones públicas, dependiendo de las restricciones legales concretas que tengan (el Banco de Inglaterra lo puede hacer, el BCE lo tiene prohibido) a cambio de emitir nuevo dinero fiduciario (monetización directa de la deuda pública); los compran en los mercados financieros (operaciones de mercado abierto, “open market”, estas operaciones sí las puede realizar el BCE) pagándolos con nuevas emisiones de dinero fiduciario (otra forma de monetización de la deuda pública); o conceden préstamos a los bancos privados (el BCE los está concediendo al 1%) con la garantía de muchos “papelitos” (entre los que destaca la deuda pública, otra monetización indirecta) para solventar sus problemas de liquidez, como hizo el BCE con los 500.000 millones de euros en las pasadas navidades y otros tantos que se esperan en los próximos días.
Buena parte de estos préstamos se utilizan para adquirir nueva deuda pública a interés más alto (“carry trade”, el 80-85% de las emisiones que ha realizado el Tesoro español han sido adquiridas por bancos nacionales), así que un porcentaje considerable de los activos de los bancos comerciales y de inversión es deuda pública o depósitos en el mismo banco emisor como fondo para amortizar futuras deudas o a la espera de nuevas emisiones. Un círculo político-financiero donde los intereses de sus integrantes es lo único que cuenta.
También la deuda pública forma parte del activo de miles de Fondos de inversión, Fondos de pensiones, Fondos monetarios y otros múltiples productos financieros derivados (en muchos de estos chiringuitos, la deuda pública es el activo mayor, hasta el 50%, 66%, 75% u otro). Por si fuera poco, la deuda pública es objeto de negocio para todas las empresas dedicadas a emitir CDS (crédit default swaps = seguros contratados para posibles impagos de deuda pública). Así que los Estados se ven obligados a alimentar esta “burbuja financiera” con sucesivas emisiones en las intercambia “papelitos” pasados por otros nuevos y a satisfacer a esa parte del sistema financiero que gira alrededor de la deuda pública. El círculo político-financiero se agranda y el castillo de naipes, formado por millones, billones, trillones de “papelitos” en una apoteosis fiduciaria, cada vez tiene más invitados.
En todo este entramado monetario la mayor parte de la sociedad civil apenas recibe unas migajas a precio de oro. Ve pasar helicópteros cargados de ofertas monetarias y expansiones cuantitativas (Quantitative Easing), pero ninguno de ellos descarga la preciada mercancía. ¿Quién paga toda esta orgía monetaria? Nos preguntamos los ciudadanos.
(Continuará)
Fotografía de Lore & Guille