El lunes 24 de junio de 1974 varios españoles se hallaban reunidos en el hotel Lis de Lisboa: Enrique Tierno Galván, fundador del Partido Socialista Popular; Raúl Morodo, su segundo; Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista de España; Alejandro Rojas Marcos, de Alianza Socialista de Andalucía; José Joaquín Díaz Aguilar, abogado independiente de Canarias y Rafael Calvo Serer, fue editor del Diario Madrid, catedrático de Historia de la Filosofía, prestigioso miembro del Opus. Hombres de ideologías muy diversas y convicciones muy diferentes.
Esperaban las declaraciones que el conde de Barcelona iba a hacer aquel 24 de junio, día de su onomástica. Aquellos representantes de los partidos y personalidades destacadas se habían comprometido a respaldar un programa de doce puntos que se diría en las declaraciones, aunque no se encontraban en el hotel todos los representantes de los partidos que habían aprobado ese compromiso. Don Juan manifestaría la necesidad de una ruptura con la legalidad de la dictadura franquista, la formación de un gobierno provisional durante un periodo de libertad constituyente, la devolución a los españoles de las libertades y derechos, y la celebración de una consulta popular que decidiera la forma de Estado. Don Juan ocuparía de forma provisional la jefatura del Estado de ese gobierno de transición a la muerte de Franco.
El texto y el programa de doce puntos que Don Juan tenía que leer; el método por el que se logró la unión de los partidos y personalidades para respaldar esas declaraciones; y la originalidad del plan para romper con la legalidad de la dictadura pacíficamente, abrir un periodo de libertad constituyente y traer la democracia eran obra del mismo hombre: el abogado Antonio García-Trevijano.
Pero Don Juan se echó atrás. No habría una declaración rupturista. Y así lo comunicó Antonio García-Trevijano a los políticos y personalidades en el hotel Lis. El abogado independiente acababa de llegar de Estoril donde había estado reunido con Don Juan. En ese viaje por carretera de Estoril a Lisboa una idea fue tomando forma en la mente del abogado: si los partidos habían aprobado los doce puntos que incluía la declaración, podrían seguir adelante sin Don Juan, convirtiendo esos doce puntos en el programa de un organismo unitario de toda la oposición. Propuso esta idea a los allí congregados y les entusiasmó.
El acuerdo resultaría en la creación de la Junta Democrática. Ese día marcó el comienzo de la acción política de la oposición democrática que mantendría la iniciativa política en España durante los dos siguientes años.