En todos los procesos de creación de una obra, sea ésta artística, científica o cultural, se cometen errores. La propia dinámica del proceso los descubre y la intuición del impulso creador, los enmienda. A las gentes vulgares les humilla reconocer que se han equivocado. Los gobernantes jamás confesarán sus errores de gobierno. Los ignorantes, tampoco. La unión de ambas categorías produce el fenómeno de la infalibilidad del imbécil.
La creación de un Diario digital, basado en la identidad de la verdad politica con la libertad colectiva, es una obra cultural extremadamente compleja, porque debe encontrar la síntesis de lo revolucionario y lo tradicional. Creí que lo tradicional podría incorporarse al formato, y que lo revolucionario estaría en el contenido. ¡Qué error de concepción! ¡Como si la forma y la materia pudieran juntarse sin inherirse! Este grave error
ha causado la mediocre calidad de las colaboraciones, pese a estar escritas con claridad y pensadas desde la original perspectiva de la libertad politica.
Entristecido por la falta de comprensión a lo que estoy pidiendo, caí de repente en la cuenta de que la única responsable de la falta de excelencia en los diaristas, era mi mediocre idea sobre el diseño y las secciones fijas de la primera página. Primero tuve la estúpida ocurrencia de suprimir los títulos de las secciones para ganar espacio, dada la imposibilidad de recibir textos muy breves. Pero no era el Diario quien debía de adaptarse a los escritores, sino éstos a él.
Recordando la mayor calidad de rigor y de expresión de algunos comentarios a las reflexiones de la Teoría de la República Constitucional, comparados con los textos enviados al Diario, comprendí enseguida cual había sido mi error. Frente a conceptos nuevos y difíciles, se producían comentarios excelentes. Frente a la nada, a solas con la imaginación crítica, nacían productos algo originales, pero mediocres. Y ahí pude ver cual era la solución al error cometido en el formato del Diario.
Lo ilustraré con el ejemplo de la palabra crónica, como título de una sección fija. Tenía razón nuestro amigo D’Anton cuando decía que no sabíamos escribir crónicas políticas. Jaime demostró que sabía hacerlas. Pero al dar coherencia a distintas noticias sin aparente relación, la crónica convierte en sistema a todo mero régimen de poder (dictaduras, oligarquía de partidos estatales). La crónica es, por su género literario, eminentemente conservadora. En España, las crónicas de la actualidad política son todas monárquicas, aunque algunos cronistas sean republicanos. Nuestro Diario no puede practicar los géneros de periodismo de los últimos 70 años.
Tuve vergüenza de haber pedido a los escritores repúblicos lo que no me podían dar, sin tener un lema que orientara sus pensamientos hacia una crítica profunda de la obscura situación actual, contrastándola con la brillante solución de los problemas estrictamente políticos que ofrece la verdad = libertad. Ese lema no podía salir de la conservadora idea periodística de la crónica. Lo comprendí al leer las injustas criticas de un comentarista, que nos acusaba de querer retirar del Gobierno al PSOE para poner al PP, como si fuéramos sucursal de la COPE o de El Mundo.
Por esas razones y otras, que no tengo tiempo de explicar, he concebido el que espero sea el diseño definitivo de la portada. Haré todo lo que sea posible, pues no depende mí, sino de David López, para publicar mañana por la tarde el Diseño 000; con editorial, otro titulo para la columna destinada a la actualidad, que yo mismo escribiré para que sirva de pauta, y el texto de Oscar con la primera fotografía ad hoc.
Para no cometer nuevos errores, la página 2, que se está diseñando, se anunciara en el faldón de la portada, con el título de “Panóptica del Régimen”; y la página 3, con el título de “Criterio Político”, se concibe bajo este prisma para distinguirnos de todas las secciones de Opinión de los periódicos. Pues el criterio, al tener que fundamentar las meras opiniones, las convierte en otra categoría periodística. Los repúblicos no tendrán opiniones, sino criterios.
Como es natural, mientras los diseños de las páginas 2 y 3 no estén definitivamente aprobados, he ordenado retirar de la portada las conexiones a los artículos ya publicados.