Todavía necesitaremos varios números de ensayo hasta que el diseño responda al contenido y la finalidad editorial. Hasta hoy he trabajo solo para poder presentar un esquema gráfico sobre el que discutir colectivamente para mejorarlo. Si no lo hubiera hecho de este modo, todavía estaríamos hablando en el vacío. Sé lo que busco, pero carezco de los conocimientos técnicos mínimos, que el arte gráfico requiere, para encontrarlo.
De ahí la temeraria novedad de que haya lanzado a la publicidad algo que normalmente debe quedar secreto hasta su definición última. Una temeridad que escandaliza a todo experto profesional del periodismo, como si estuviera cometiendo un acto de profanación de los misterios de la creación mediática. La competencia para fundar un nuevo medio no es diferente de la exigida para cualquier otra empresa editorial. No hay razones objetivas, salvo las de mercado, para mantener en secreto el proceso de su creación.
En mi caso, la necesidad de ser ayudado en público ha obtenido el concurso de la virtud colectiva que se desarrolla ante lo necesario. Las críticas de carácter estético, tienen fundamentos objetivos. Por eso he comprendido en el acto las que deben ser obedecidas. No tienen, en cambio, justificación funcional las sugerencias que he recibido para aproximar nuestro diseño al que parece gustar a los usuarios habituales de Internet. Pues nuestra finalidad no es adaptarnos a los gustos imperantes en la cantidad, sino difundir los adecuados a la calidad.
Es irrenunciable mi propósito de que el Diario se parezca más a la prensa tradicional que a la digital. Y que nuestros lectores, pudiendo imprimir en un solo folio la portada, puedan leer su contenido sin necesitad de buscar continuaciones en otras páginas. La ausencia de publicidad nos permite disponer de mayores espacios que los demás medios digitales. Si llegamos a editar un Diario de 8 páginas, como es mi propósito, equivaldría en espacios informativos y reflexivos a los medios digitales de 16.
El verdadero problema que no esperaba encontrar es la resistencia de los articulistas a respetar las instrucciones sobre la dimensión de sus textos. Aunque no tengan experiencia de escribir en periódicos, me resulta incomprensible que no entiendan la imperatividad de las directrices del editor. A partir del diseño nº 000, no leeré siquiera los textos que excedan de dos páginas del ordenador, ¡aunque fuera Nietzsche quien me los enviara!
Los de portada tendrán la dimensión que se ajuste al formato de las tres secciones, tal como hago hoy en la columna editorial. Los títulos de las columnas ya no son necesarios puesto que todos saben ya cual es el género periodístico de cada una. Y al suprimirlos ganamos hacia arriba el espacio suficiente para que la portada coincida con las medidas de la impresora.
Cada día podremos un punto rojo, naranja o verde, como si fuera un semáforo político, a los hechos más significativos de la jornada, como valoración de los mismos, según el criterio de la lealtad-verdad-libertad.
Seguiré presentando en este blog cada variación de diseño, para que de este modo no se acumulen los comentarios y sea más fácil el trabajo de seleccionar críticas y textos. Como veis, el Diseño 00 es mucho más estético y funcional que el 0. La frase “veritas sive libertas” no es necesaria. Está contenida en las iniciales del Logotipo y en el faldón que anuncia a los escritores de la Libertad. El acento rojo sobre República no solo tiene valor simbólico de la sangre derramada por ella. Es un punto estético de vitalidad, con funcion análoga, en la composición de la cabecera, a la diminuta imagen blanca que ponía el gran pintor holandés, Joaquín de Patinir, en todos sus paisajes.
A partir del siguiente nº, Oscar se hará responsable de la columna central de la portada, y Rafael Serrano de la edición de los seis escritores diarios de la Libertad. También habrá enseguida un responsable de la primera columna de la portada. Así podré concentrarme en la concepción de una nueva página para los diaristas de la lealtad, con diseño más cercano a los de Internet.