Este domingo una mayoría de catalanes estatuirá en Cataluña su añorado “estament” histórico, su particular modo de estar en España sin sentirse parte de la misma, su regreso triunfal a la catalanidad que se llamó nación, como los demás cuarteles peninsulares de los Tercios de Flandes.
Con la aprobación del Estatut, diferenciador hacia fuera y discriminador hacia dentro, el nacionalismo catalán da un paso de gigante al pasado, arrastrando consigo la pesada carga de los que se sienten españoles, o simplemente catalanes sin ambición de Estado propio. Solo los alarmistas ignorantes de lo que sucede en Cataluña, y los republicanos no financiados por la Monarquía de los Partidos, ven riesgos secesionistas en un Estatut que expresa, sin embargo, la indeclinable voluntad de los partidos catalanistas de mantener Cataluña unida al Estado español, en condiciones de igualdad, gracias al vínculo inquebrantable creado por el común e irreversible sentimiento monárquico y el juramento de lealtad a la Corona de Juan Carlos I. ¡¡Menudo vínculo!!
Ningún votante tiene derecho a perturbar con votos en blanco o votos nulos la gran fiesta del nacionalismo catalán. Allá con su mala conciencia monárquica, los afiliados y simpatizantes del partido estatal Ezquerra Republicana (financiado por la Monarquía) y los del Partido Popular que votarán no a la confianza puesta por los Estatutarios en el Rey Juan Carlos. ¡¡Menuda desconfianza de la derecha en la monarquía!!
Los republicanos, los que no estamos integrados ni favorecidos por la Monarquía, respetamos las fiestas ajenas. Y por propia dignidad no nos acercamos a esas míticas urnas de donde salen misteriosos sentimientos medievales, que lamentamos no sentir como europeos del siglo XXI y que, al parecer de los nacionalistas de país (no queremos decir payeses), siguen siendo los mismos que los de los Tercios de Flandes. Aprovechamos esta ocasión para manifestar la admiración republicana por un Estatut forjado con la autonomía cultural de Cataluña, pues, hasta este fruto de ciencia política, se creía que la cultura o bien era universal o bien folclórica. ¡¡Menuda cultura catalana!!
En nombre del Movimiento Ciudadano por la República Constitucional (MCRC), me dirijo a los numerosos visitantes catalanes de este blog para pedirles que no se abstengan de votar por su propia dignidad, sino por la de Cataluña. La abstención republicana, consciente de su finalidad, expresa una doble voluntad política: no interferir en los asuntos internos de la administración monárquica, y reservar los derechos ciudadanos para instaurar, con ellos, la República Constitucional en la forma del Estado Español.