ROBERTO CENTENO.
Al igual que sucedió con la burbuja inmobiliaria, alimentada por los préstamos de una banca irresponsable y codiciosa que se endeudaba masivamente a corto para prestar a medio y largo plazo, se reproduce el esquema con la gran burbuja de la deuda pública. Un comportamiento suicida que parecía irrepetible, pero como el primero les salió gratis, porque nadie ha respondido de nada y la cuenta la paga el pueblo español, lo repiten de nuevo. Ayer era “el precio de la vivienda nunca puede bajar, no hay ninguna crisis”. Hoy, “el Estado no puede quebrar, no será necesaria ninguna quita”. Y mientras todos los bancos de la eurozona están comenzando a devolver los préstamos del Banco Central Europeo, los españoles piden cada día más. Nada menos que el 40% del total de los créditos concedidos, cuando nuestro PIB es solo el 13% del grupo, la mayor parte de los cuales para financiar la gigantesca burbuja de la deuda total, que supera el billón de euros, y que España ya no puede devolver.
Pero, ¿quiénes hacen los cálculos en la banca española? ¿Los mismos que en 2006 y 2007 dijeron que no existía ninguna burbuja? Como diría hace unos meses la exbailarina y exconsejera de la CAM que se ha ido forrada, “nadie nos dijo que había una crisis”. ¿Nadie les ha dicho a los banqueros que un déficit público fuera de control va a superar el 10% del PIB oficial, y no el 7% que dice Montoro? ¿Nadie les ha dicho que los últimos indicadores muestran que la recesión está agravándose? ¿Es consciente la oligarquía financiera de que los tres billones de deuda privada financiados mayoritariamente por ellos jamás podrán ser devueltos por una población cada vez más empobrecida, ni el Estado rescatar, y de que antes o después más de la mitad de la banca tendrá que suspender pagos?
La resolución del jueves para crear en 2014 un supervisor bancario europeo, que dejaría “encantado” a un Rajoy que siempre permite que nos desplumen en estas reuniones –los contribuyentes respondemos de todo–, sienta que “los futuros rescates bancarios no serán nunca a costa de los contribuyentes, sino que deben estructurarse en forma que los responsables de las quiebras bancarias asuman la totalidad de la carga”. Exactamente lo contrario de lo que ocurre en España. La oligarquía financiera ha conseguido imponer la mayor socialización de pérdidas de la historia de Europa, en la que los responsables del desastre están recibiendo escandalosas compensaciones con dinero público. El nuevo mecanismo europeo deberá poner fin a este tipo de expolios, aunque para nosotros ya es demasiado tarde.
Se avecinan meses de gran incertidumbre para España, mientras Rajoy y los tres mosqueteros –Guindos, Montoro y Nadal, ¿o es al revés?–, aparte de apuñalarse entre ellos, continúan con su habitual indecisión e improvisación, sentando las bases del hundimiento de la nación española. Y el viernes Rajoy, en el colmo de la obscenidad, afirmó en Alemania que los recortes han sido “equilibrados y equitativos”. ¿Cuántos de las decenas de miles de asesores inútiles con sueldos medios de 60.000 euros han sido eliminados? ¿Cuántos de los 30.000 coches oficiales, de las 200 embajadas o las 50 televisiones han sido suprimidos? ¿Cuántos de los dos millones de empleados públicos nombrados a dedo? Se habían comprometido a cerrar la mitad de las empresas públicas, unas 2.000, y rebajaron el compromiso a cerrar 675 en julio. Las han reducido a solo 198, pero no las han liquidado, ¡las han fusionado! Estos son los recortes “equilibrados” de Rajoy. “España tardará más de 20 años en volver al nivel de vida previo a la crisis, la diferencia entre ricos y pobres es la mayor de Europa, y en diez años el número de personas en riesgo de exclusión social será de 18 millones, el 38% de la población, frente a 12,7 millones, o el 27% en 2012” (1) ¿Pero cómo se puede tener tal grado de desvergüenza y miseria moral?
Y para acabar de arreglarlo, Rajoy sigue aplazando el rescate. Ahora dice que es porque Merkel se lo ha desaconsejado y, además, algún miembro de la eurozona podría negarse, y es necesaria la unanimidad. De ser cierto, Rajoy no tiene perdón de Dios. Cuando todo el mundo se lo propuso en septiembre y las condiciones eran más que razonables, este irresponsable dijo que no porque, para él, eran mucho más importantes sus intereses electorales que los intereses de España. Son vergonzosas sus lágrimas de cocodrilo por el empobrecimiento de los españoles mientras despilfarra el dinero como si fuera escombro en mantener un Estado y un sistema financiero inviables. Cuanto más tiempo pase, más difícil será la situación y más incierto el resultado del inevitable rescate, que podría convertirse en una suspensión de pagos si alguien se niega. En todo caso, sería ahora en condiciones devastadoras para los ciudadanos.
(1) Crisis, desigualdad y pobreza; informe de Médicos sin fronteras, Unicef, Cáritas y la Compañía de Jesús.