“Europa requiere austeridad y disciplina, pero la austeridad por sí sola no salvará a Europa. Se necesita además solidaridad para hacer más soportables las cargas financieras que hoy abruman a algunos de nuestros países: sin solidaridad es posible que el proyecto europeo pueda sobrevivir, lo que no podrá sobrevivir será el proyecto político europeo”. Esta afirmación del rey Juan Carlos en un discurso en el palacio de La Moneda, junto al presidente de Chile, Sebastián Piñera, fue enjuiciada por Antonio García Trevijano en el informativo de Radio Libertad Constituyente y su conclusión fue irónica: “Juan Carlos hace gala de conocer el concepto filosófico de solidaridad y su ligazón con la moral y la economía, con la división del trabajo. Todo un hallazgo y una contribución al pensamiento europeo contemporáneo. Por su preparación y sus palabras lo podemos confirmar: tenemos un rey sabio y filósofo, capaz de emular las aportaciones sobre la solidaridad de Emile Durkhein, el movimiento católico francés “Solidaridad” o el del sindicalista polaco Lech Walesa, que pretendieron suplantar la solidaridad derivada de la división del trabajo, con el concepto moral de la solidaridad social”.
Trevijano se extrañó de que el máximo representante de la Casa Real española se prodigase en declaraciones políticas y hasta filosóficas, mientras los otros reyes y reinas de Europa, desde Inglaterra a Bélgica, Holanda o Suecia, no suelen hablar de política ni aún menos de cuestiones internacionales o económicas, dejando esa labor a los expertos.
Sin embargo, nuestro monarca lo tiene claro: tras recordar que el Gobierno español ha emprendido unos ajustes presupuestarios “sin precedentes”, unas reformas estructurales “de gran calado” y un saneamiento del sistema financiero “que ha sufrido en carne propia la dureza de la crisis”, el rey proclamó: “Las cosas han empezado a mejorar”. Para respaldar su afirmación, el rey recalcó que ahora, en España, las cuentas públicas “están mucho más saneadas que hace un año”, la balanza con el exterior “más equilibrada” y el país ha empezado a “recuperar la competitividad perdida”.