Además de corrupción, mentiroso. Ahora se entenderá como en las democracias más avanzadas y en los países de mayoría protestante, la mentira se castiga con el cese. Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, utilizó dinero público —12.996 euros— para fines privados (días de descanso en Puerto Banús) y se tomó al menos 20 días libres en fechas laborables, pero además ha mentido a su palabra de honor (los gastos en el CGPJ se justifican así) sobre las causas que motivaron algunos de sus desplazamientos oficiales a Andalucía. Los Ayuntamientos de Málaga y Marbella, ambos gobernados por el PP, no han querido confirmar a EL PAÍS que el motivo alegado por Dívar para justificar unos gastos endosados al Consejo General del Poder Judicial sea cierto en cuanto a las fechas y la convocatoria de las que habla.
La opereta en que se está convirtiendo la salida de Dívar de su cargo, quizás porque el ministro de Justicia y principal valedor, Alberto Ruiz Gallardón, tema que le arrastre a él también, adquiere a veces rasgos de sainete. El juez más importante y poderoso de España que gobierna a los demás miente, falsea reuniones, cobra con dinero público gastos privados y lejos de ser discreto, está en los principales mentideros de la Villa y Corte por sus aficiones sexuales, despertando la homofobia más cruel que se consideraba ya abolida. Todo un ejemplo el de la magistratura española en su máximo representante.
Trevijano, sin embargo, se fijó en Radio Libertad Constituyente en la más grave falsedad donde nadie repara: el PP se opone a que Dívar comparezca en el Congreso porque alega que así se preserva la división de poderes en España y el Poder Judicial se muestra “independiente” del Congreso. Para el abogado, lo que es un drama es que ningún politólogo ni jurista español haga ver que la división de poderes es precisamente lo contrario, cuando las instituciones del Estado se vigilan unas a otras para evitar la corrupción. En cualquier régimen democrático con una Constitución normal, Dívar debería comparecer de inmediato y después dimitir o ser cesado.