MAX TURIEL.
España es un Estado Democrático Fallido. Empezar un artículo con semejante aseveración puede generar todo tipo de reacciones adversas. Sin embargo, escribir ceñido e ir directamente al hueso es ahorro y el ahorro es, si uno no se pasa, excelente. España Estado Democrático Fallido, a partir de aquí EEDEF o EDEF. El concepto, tal y como ahora lo entiendo, lo encuentro simple, bello, y por tanto, verdadero.
España es un Estado Democrático de eso parece no haber dudas. Aparenta tener una división de poderes, una Constitución, hay elecciones libres, libertad de expresión y de prensa etc… Pero empleo con intención el verbo “aparentar”. Parece pero no es y no es porque la democracia nació con vicios congénitos y ocultos y se debilitó hasta la parálisis en un tiempo muy corto desde su parto. Su situación actual es la de un estable deshecho biológico tutelado por deshechos biológicos que controlan los poderes devenidos un único poder. Jueces, no todos, cobardes e ignorantes -presuntos- dando lecciones de justicia democrática al mundo. Políticos incultos y corruptos, (¿99%?). Prensa y medios audiovisuales, una amplia mayoría, mediocres y autocensurados. Poderes ecónomicos amorales ( ¿99.9% ?). La nausea en todo su esplendor.
No poseemos la verdad aunque la busquemos, la verdad nos busca y nos posee, San Agustín dixit.
García Trevijano lo vio claro y el tiempo me une a él… Entender España como EDEF, al contrario de lo que se pueda pensar, nos da luz y esperanza. Nos permite razonar y establecer una idea de reconstrucción democrática. Nos abre un camino nuevo que tiene un final.
¿Cuál es el camino y la meta? Abrir una nueva vía es largo y difícil y debe empezar por reconocer nuestro propios errores. Los españoles, con muy pocas excepciones, somos culpables, protoculpables o cómplices o encubridores… Da igual. Yo soy culpable o lo que sea…. ¿De qué? De haber sido un “transicionista” cuando España necesitaba una ruptura. Nos engañamos o nos traicionamos o tuvimos miedo… Lo que sea… Transicionistas como neologismo y sinónimo de sanchopanzistas, de acomodaticios, de chaqueteros… Una transición sin izquierda ni derecha, sin centro ni periferia, sin Estado de Derecho, ni Democracia. Lo que nos dimos fueron solo sus máscaras.
Supimos y sabemos y callamos pero es el tiempo evangélico, y que se me perdone, de hablar y de cambiar… de romper. Es el tiempo de asentar la idea de una ruptura pacífica para una reconstrucción democrática. Errar y rectificar. Dimos legitimidad a ese error pero no somos esclavos eternos de él, podemos y debemos legitimar con plena conciencia y consciencia. Se lo debemos a las generaciones futuras.
Dado que nuestra primera falta fue aceptar un rey sin preguntarnos nada, es a ese monarca, con cortesía y valentía, a quién debemos cuestionar primero. Ese buen hombre que ama a España, y lo digo de corazón, tiene que comprenderlo: es un obstáculo. Por ello, sin crispaciones y por España: !Majestad váyase! y la Historia será generosa con Vd. La Monarquía no tiene necesariamente que acabar pero es un deber, si “deber”, preguntarle a España si la acepta. Es el primer tramo del verdadero camino, el que con certeza nos llevará a la casa del poder limpio y común. Solventado ese escollo, nada impedirá que los demás rindan cuentas: presidentes y banqueros, jueces, magistrados y periodistas y demás transicionistas irredentos o culpables sin posible perdón.
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